Según datos de la FAO, la organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, a nivel mundial el desperdicio de alimentos representa el 17% de los alimentos producidos. El 11% de la comida se tira en las familias, el 5% en restauración y el 2% en la venta minorista. Un tercio de la producción total de alimentos, es decir más de 1.300 millones de toneladas por año, termina en la basura. El desperdicio de alimentos se ha duplicado en los últimos 50 años, convirtiéndose en una dramática realidad especialmente en tiempos de crisis económica.
La pérdida y el desperdicio de alimentos socavan la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios, ya que todos los recursos utilizados para la producción (agua, tierra, energía, mano de obra y capital) se desperdician. Además, la eliminación de los desechos de alimentos en vertederos genera emisiones de gases de efecto invernadero que influyen el cambio climático.
La pérdida y el desperdicio de alimentos también tienen un impacto negativo en la seguridad alimentaria y contribuyen al aumento de los precios. Se estima que con el actual desperdicio de alimentos a nivel mundial, se emiten a la atmósfera 4.400 millones de toneladas de CO2, con un consumo de 170.000 millones de metros cúbicos de agua, mientras que más de 800 millones de personas en todo el mundo no cuentan con recursos alimentarios suficientes y padecen problemas de desnutrición.
El desperdicio de alimentos ha alcanzado un nivel muy alto también en Eslovaquia. Cada eslovaco arroja a la basura más de 100 kilogramos de comida al año. El 60-80% de los residuos en las cadenas de suministro minoristas se componen de pasta fresca, frutas y verduras sin vender. Dada la subida constante de los precios y la situación social cada vez más tensa, «no podemos darnos el lujo de desperdiciar alimentos», subrayó la presidenta Zuzana Čaputová, quien la semana pasada se reunió con el ministro de Agricultura Samuel Vlčan y representantes de las cadenas minoristas, organizaciones benéficas y la Cruz Roja.
Todo el sistema debe ser más eficiente, dijo la Jefa del Estado, para que los excedentes de alimentos se puedan distribuir más fácilmente a las personas necesitadas.
En Eslovaquia, a diferencia de otros países, no existen subvenciones públicas para organizaciones benéficas, que solo pueden contar con el trabajo de los voluntarios. Según Čaputová, el apoyo del Estado permitiría ayudar a muchas más personas. Asignar unos cientos de miles de euros para apoyar a estas organizaciones supondría la posibilidad de repartir alimentos por valor de millones de euros.
Actualmente, más de 660.000 personas en Eslovaquia viven en el umbral de la pobreza. Los grupos más desfavorecidos son principalmente los niños, los jóvenes, las familias monoparentales y los jubilados, que necesitan ayuda concreta debido al alza de los precios de los alimentos, dijo la Presidenta. A ellos se suman ahora los refugiados que huyen de la guerra en Ucrania.
El ministro Vlčan expresó su voluntad de encontrar soluciones para eliminar las barreras administrativas y permitir que las cadenas comerciales dupliquen el volumen de ayuda distribuida.
En 2016, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural adoptó el plan para la prevención del desperdicio de alimentos y estableció la Plataforma Nacional para la prevención de la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Durante la Conferencia de la FAO que tuvo lugar en junio de 2021, el ministro destacó los esfuerzos de Eslovaquia para minimizar el desperdicio de alimentos y transformar el sistema alimentario nacional a fin de alcanzar los objetivos de la Agenda 2030.
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Foto: Couleur CC0
Zuzana Čaputová (Fb)
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