Mocoa es una ciudad a los pies del Amazonas, en la región del Putumayo, al sur del país. Tiene unos 500 años de antigüedad y está construida en un cráter. Aquí la madrugada del sábado 1 de abril una avalancha acabó con la vida de 250 personas, dejando a centenares de heridos y desaparecidos y miles damnificados y provocando la desaparición de 17 barrios.
Fue como si el mar hubiera pasado por el barrio. En una noche se recogieron 130 milímetros por centímetro cúbico cuando usualmente, en todo un mes, llueve 400 milímetros. La tempestad ocasionó el desbordamiento de tres ríos, en una zona altamente vulnerable: una tierra amazónica, rodeada de altas cordilleras y ríos caudalosos que no es ajena a los efectos del cambio climático.
Hace siete años esta región de América Latina fue golpeada por el fenómeno de la Niña. Las fuertes lluvias deforestaron y erosionaron muchas áreas y se generaron problemas de sedimentación que llenaron los ríos de residuos.
Sin embargo, no se trata solamente de una tragedia provocada por la naturaleza. Ese derrumbe es solo un capítulo de la historia negra de una región devastada por 50 años de guerra y violencia y con la tasa de desempleo de las más altas. La gente pobre tiene viviendas precarias de barro, ladrillo hueco y arena y no hay una planificación urbana correcta.
Además de la pobreza, se suma el factor humano: la deforestación de 9.000 hectáreas por la construcción de carreteras, el uso del suelo para los cultivos de coca – más de 20.000 hectáreas cultivadas en el Putumayo según datos de la ONU – la lucha de las FARC y los paramilitares para el negocio del narcotráfico.
Fue una avalancha anunciada: hace nueve meses la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonía (Corpoamazonía) avisó que podía pasar la tragedia por el uso inadecuado de los suelos en Mocoa, donde no habían actualizado el Plan de Ordenamiento Territorial (POT).
Mocoa no es la única zona del país en situacion de riesgo hidrológico. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM), en este momento cerca de 12 millones de colombianos están en riesgo por amenaza de inundaciones o crecientes súbitas de ríos.
El problema es profundo y tiene que ver con la pobreza, la urbanización ilegal cerca de ríos, la corrupción de alcaldías y concejos municipales que dan permiso para construir donde no puede construirse.
El desastre de Mocoa puede interpretarse como un “mensaje de la naturaleza”, que tiene memoria de las malas prácticas humanas y de la ética antropocéntrica que suele olvidarse de los derechos fundamentales del agua.
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Foto: PRESIDENCIA COLOMBIA
Felipe Narvaez CC BY 3.0
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