Son muchas y variadas las noticias que te llegan sobre esta tremenda situación mundial que está siendo la pandemia por el Covid19. Datos, imágenes, opiniones, discursos… y, sobre todo, las experiencias de muchas personas que están viviendo esta realidad de distintas maneras, ya sea como profesional, afectado, familiar o cualquier otro rol.
Todo llega, todo impacta, pero es posible que uno de los contenidos que más te lleguen sea el relacionado con los duelos, con esos momentos que muchas personas les están tocando vivir, en cuanto a perder a un ser querido y no poderse despedir de él/ella de la manera que necesitan, de la forma que habían imaginado.
Ahora es cuando quizás esperes que, como psicólogo clínico, te muestre mi análisis sobre este asunto o bien te aporte recomendaciones para llevar estas circunstancias de la mejor manera posible. Sin embargo, esta vez quiero dirigirme a ti más como persona que como psicólogo, más como ser humano, que como analista de comportamientos y emociones.
Desde el pasado 3 de abril, yo también estoy en proceso de duelo. Ese día, falleció mi estimada tita materna DOLORES, después de mucho tiempo plantando cara a una enfermedad dura, que se empeñó desde el principio en limitar su vida, pero que no pudo con ella salvo en los últimos meses.
Hacía tiempo que su estado había empeorado notablemente, pero esa fortaleza que refiero nos daba siempre la expectativa de que sería capaz de alargar más su presencia física en este mundo. Aun así, sabíamos que algún día llegaría, pero no podíamos imaginar antes del estado de alarma en España (14 de marzo) que su despedida sería como la que se produjo el día después en el cementerio.
Yo imaginaba un tanatorio colmado por todas las personas que la queríamos, un cortejo hasta el cementerio formado por infinidad de acompañantes, en definitiva, unos momentos llenos de cariño, reconocimientos y compañía, entre otros con la presencia de mi hermano Sergio y mi cuñada Stani.
Pero el Covid19 también te roba esto, también te impide que los duelos empiecen con calma, sin sobresaltos, cumpliéndose las expectativas que se tenían sobre ello. Esta pandemia te obliga a reinventarte, a descubrir nuevas formas de abordar situaciones complejas, instantes que pensabas que serían de otra manera, pero que no te queda más que adaptarte.
Y en esas estoy, como psicólogo, pero especialmente como persona, asimilando la pérdida de un ser especial para mí, que me acompañó en mis primeros años de vida, que compartimos muchos y lindos momentos, que fue madrina de mi hermano Sergio y que supo – como pocas personas – exprimir hasta la última gota de vida que le quedaba, aunque su enfermedad le pusiera zancadillas de vez en cuando.
Sí, los psicólogos también pasamos duelos, también sufrimos, también recordamos, también… lloramos. No estamos exentos del dolor que supone perder a un ser querido, complicado además por este confinamiento y esta distancia física, que te impide salir, visitar, compartir, hablar mirando a los ojos, tocar… ABRAZAR.
Ahora es el momento de saber hacerlo desde la distancia, a través de una pantalla que parece hacer más difícil ese apoyo emocional tan necesario en momentos así. No obstante, esa distancia se acerca con las palabras, con la mirada, con una mano colocada en esa pantalla, que hace parecer como si pudieran tocarse las manos una con otra.
Así, de esta manera, este psicólogo que te escribe está viviendo este momento tan complicado de superar la ausencia de su tita DOLORES.
«Psicologia clínica. Más allá de la teoría»
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Manuel Salgado Fernández
PSICÓLOGO CLÍNICO y DEL DEPORTE // Col. AN-2.455
Hola Manolo siento mucho lo que te está pasando en estos días tan especiales y doloroso que descanse en paz tú Tita y fuerza y un abrazo grande para todos