Descubriendo Montevideo: un paseo por los sentidos

Relativamente joven, nacida en 1726 como apostadero militar, para frenar el avance de los portugueses por América del Sur, Montevideo es un caldero de culturas sazonadas con historias de sus primeros pobladores europeos y tradiciones autóctonas que bien vale saborear.
Un puerto natural, con playas accesibles y un cerro ubicado al oeste de la bahía para divisar el pasaje de cualquier galeón enemigo. Aledañas praderas ligeramente onduladas, propicias para diversos cultivos. Desde allí creció y se expandió la ciudad, inicialmente poblada por treinta familias de colonos llegados de Islas Canarias y Galicia.
La estratégica ubicación del puerto y la explosión de la ganadería favorecieron una intensa actividad comercial. Apuntalada por la exclusividad del desembarco de esclavos con destino al resto del continente, nacieron sobra esa base suculentos negocios que los comerciantes montevideanos supieron aprovechar, invirtiendo en actividades anexas al negocio de ultramar.

Hacia 1880, los europeos poseían más de la mitad de las propiedades montevideanas y rurales. Estancias, molinos, saladeros, barracas, bodegas, se echaron a andar con la mano de obra de miles de inmigrantes llegados en oleadas desde 1800. De esa amalgama cultural y estilos de vida hay rastros hoy en cada rincón de Montevideo.
Comencemos por el Mercado del Puerto, ubicado a unas calles de la Terminal de aguas profundas que en la actualidad es uno de los principales polos comerciales de la región. Tanto por la actividad de buques cargueros que eligen esta enclave estratégico como por los cientos de cruceros transatlánticos con turistas del mundo que recalan en sus muelles.

En este ambiente afable y diverso del Mercado reina el “Medio y medio”, burbujeante aperitivo que ensalza conversaciones y alegra corazones. Se bebe desde 1886, cuando fue creado por Roldós, quien en sus comienzos lo preparaba mezclando champagne y vino blanco italiano. En 1924 se suman los sándwiches, que con el “Medio y medio” hicieron famoso el local.
El aroma que inunda el antiguo mercado de abasto es producto de la típica parrillada, constituida por diferentes trozos de carne, cocidas a las brasas, sobre un soporte de hierro. Las brasas provienen de leña seleccionada que dará un sabor especial a la carne. Lo más divertido es sentarse en una de las barras y ver cómo el parrillero prepara sus carnes.

Los mejores cortos de carne vacuna uruguaya, acompañados por selectos vinos nacionales, como por ejemplo Tannat, se sirven en pequeños y acogedores restaurantes, mientras algún músico popular acerca a las mesas delicadas notas de tango desde una guitarra, un violín o un bandoneón.
En los mediodías del Mercado se respira alegría y distención en una atmósfera tipicamente ciudadana.
En el entorno podemos visitar desde sencillos puestos hasta distinguidos locales artesanales. Acuarelas de paisajes montevideanos, botas de gaucho, joyas engarzadas en tientos, platería gaucha… Es imposible no llevarse alguna obra de recuerdo antes de emprender la recorrida por la Ciudad Vieja. (continúa)

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Foto: Pedro Felipe CC BY-SA 4.0
Francisco Antunes from Uruguay – Flickr CC BY-SA 2.0
rodoluca CC BY-SA 3.0
Gonzalo Velasco CC BY 3.0

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