El Santo Padre concluyó el 34º viaje internacional de su pontificado, que lo llevó en el corazón de Europa, en Budapest, donde presidió la Eucaristía conclusiva del 52º Congreso Eucarístico Internacional, y en Eslovaquia.
Su “viaje espiritual” fue una “peregrinación de paz”, caracterizada por varios momentos de fraternidad y de cercanía con la población local, que comenzó con la adoración de la Eucaristía y concluyó con la invocación orante a la Virgen de los Dolores.
El martes 14 de septiembre, tras su visita a la comunidad romaní en el barrio de Luník IX, en las afueras de Košice, el Papa Francisco encontró a los jóvenes en el Estadio Lokomotiva de Košice. En su discurso, los animó a “rebelarse contra la cultura de lo provisorio, e ir más allá del instante y del instinto”, sin escuchar a los “manipuladores de felicidad”, quienes hablan de sueños y en cambio sólo venden ilusiones.
“La verdadera originalidad hoy, subrayó el Pontífice, es amar para toda la vida y con todo nuestro ser. Las grandes historias siempre hay dos ingredientes: uno es el amor, el otro es la aventura, el heroísmo. Siempre van juntos. Para hacer grande la vida se necesitan ambos: amor y heroísmo.”
El Papa Francisco habló también de la importancia de las raíces familiares y del respeto a los mayores. Hay que dedicar tiempo a los abuelos, escuchando sus historias, porque son ellos los que nos “han preparado el terreno”. Para que el amor dé frutos, no se olviden las raíces, dijo el Santo Padre, animando a los jóvenes a “soñar sin miedo de formar una familia, de procrear y educar unos hijos, de pasar una vida compartiendo todo con otra persona, sin avergonzarse de las propias fragilidades, porque está él, o ella, que los acoge y los ama, que te ama, así como eres.”
En cuanto al mundo actual, lleno de mensajes virtuales, el Papa Francisco advierte sobre el riesgo de que las personas pierdan “las raíces reales”. “Dios nos quiere bien plantados en la tierra, conectados a la vida, nunca cerrados sino siempre abiertos a todos.” Esto significa que es fundamental no dejarse condicionar y homologar. Hay gente que dice que nunca cambiará nada. “Si se cree en esto uno se enferma de pesimismo. Se envejece por dentro. Y se envejece siendo jóvenes. Hoy existen muchas fuerzas disgregadoras, muchos que culpan a todos y todo, amplificadores de negatividad, profesionales de las quejas. No los escuchen, porque la queja y el pesimismo no son cristianos, el Señor detesta la tristeza y el victimismo. No estamos hechos para ir mirando el piso, sino para elevar los ojos y contemplar el cielo”, dijo el Papa Francisco.
La celebración de la Santa Misa en Šaštin
El miércoles 15 de septiembre, día en el que se celebra la Solemnidad de la Virgen de los Siete Dolores, Patrona de Eslovaquia, el Pontifice presidió la celebración de la Santa Misa en la explanada del Santuario Nacional Mariano de Šaštin, tradicional lugar de peregrinación durante siglos.
“La Virgen es modelo de la fe de este pueblo eslovaco, dijo el Papa Francisco, una fe que se pone en camino, animada siempre por una devoción sencilla y sincera, peregrinando siempre en busca del Señor”, agregó.
“Eslovaquia necesita hoy estos profetas, cristianos que saben mostrar con su vida la belleza del Evangelio, que son tejedores de diálogo allí donde las posiciones se endurecen, que hacen resplandecer la vida fraterna allí donde a menudo en la sociedad hay división y hostilidad, que difunden el buen perfume de la acogida y de la solidaridad”.
Después de la Santa Misa, Monseñor Stanislav Zvolensky, Arzobispo de Bratislava, agradeció al Santo Padre en nombre de toda la Iglesia eslovaca. El Papa Francisco regaló al Arzobispo un cáliz y al Santuario Nacional de Šaštín una rosa de oro. Este precioso símbolo fue colocado a los pies de la imagen de la Virgen Dolorosa en el altar de la celebración. Se trata de un regalo exclusivo con el que los Pontífices quieren expresar su reverencia a la Virgen María.
Zvolensky agradeció al Papa no solo por haber celebrado la divina liturgia en Presov con el rito bizantino, para fortalecer la relación entre los católicos de rito romano y griego, recordando el origen «de una sola Iglesia católica», sino también por haber encontrado a los representantes de la comunidad judía y otras confesiones cristianas, con el propósito de buscar la unidad plena.
Según informan fuentes de la Santa Sede, aproximadamente unas 60 mil personas participaron en la celebración. El Pontifice expresó su gratitud al pueblo eslovaco, las autoridades y la presidenta Zuzana Čaputová por la generosa acogida y hospitalidad: “Ďakujem všetkým!” (¡Gracias a todos!).
Además, invocó sobre todos las bendiciones de Dios por la paz y el bienestar de la Nación.
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Foto: TK KBS (Fb)
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Vatican News
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