El PIB de Bratislava entre los más altos de Europa: ¿eso realmente mide nuestro bienestar?

La capital de Eslovaquia ocupa el octavo lugar entre las regiones más ricas de la Unión Europea, según el informe publicado por la oficina estadística de Eurostat.
Los datos de 2017 indican que en Bratislava el PIB per cápita asciende al 179% de la media de la UE, con un aumento de cinco puntos porcentuales en comparación con el año anterior.
El análisis de Eurostat, que se basa en la comparación entre 281 regiones europeas, destaca un notable nivel de desigualdad: del 31% del PIB en las regiones más pobres de Bulgaria al 626% de la región más rica, el centro de Londres.
Las tres cuartas partes de la población de la Unión Europea viven en regiones donde el PIB per cápita supera el 75% de la media de la UE. Las diferencias internas entre las regiones de cada estado son más pronunciadas especialmente en Europa Central y Oriental, Portugal y Grecia.
Dentro del grupo de Visegrado, la región de Praga es más rica que Bratislava: la capital de la República Checa ocupa el séptimo lugar y su PIB per cápita es el 187% de la media de la UE. Varsovia ocupa el puesto 19, con un PIB del 152%. En la vecina Austria, las regiones de Viena y Salzburgo ocupan el lugar 20 (151%).
Después de Londres, las regiones más ricas son Luxemburgo (253%), Dublín (220%), Hamburgo (202%) y Bruselas (196%), seguidas de las regiones del este y centro de Irlanda (189%). En las 20 primeras posiciones también se encuentran la región de Munich (177%) y París-Ile de France (177%).
Entre las 20 regiones más pobres hay cinco áreas de Bulgaria (con un PIB per cápita de entre el 31% de la media de la UE en la región noroeste y el 43% de la región sureste), dos en Rumania, cuatro en Hungría, cuatro en Grecia y tres en Polonia.
Sin embargo, debe señalarse que en algunas regiones las cifras del PIB per cápita pueden verse significativamente influenciadas por el flujo de trabajadores de la zona, tanto entrantes como salientes. Además, el PIB per cápita sirve para medir la evolución de la actividad económica total en una región. Este indicador puede usarse para comparar el grado de desarrollo económico de las regiones, pero no mide el ingreso real disponible para las familias en una región determinada, tampoco nos indica de qué manera el ingreso se distribuye entre los ciudadanos de un país.
Entonces… nuestro bienestar no se mide por puntos del PIB, por muchas razones.
En primer lugar, el PIB no mide los ingresos económicos de los ciudadanos de un país, sino solo los ingresos generados en el territorio del país.
En segundo lugar, hay muchos bienes y servicios cuya única función es defendernos contra nuevos problemas y amenazas, como el aumento de la delincuencia, la degradación del medio ambiente, el aumento del estrés laboral, etc. Paradójicamente, los gastos para defendernos contra estos nuevos males (puertas blindadas, seguros de propiedad, purificación de agua o tratamientos médicos) se calculan en el PIB.
También hay bienes y actividades que no entran en el mercado, ya que no implican el pago de una suma de dinero, por ejemplo, tomar un baño en la playa o dejar a los niños bajo el cuidado de sus abuelos. Pero si el acceso a la playa requiere un pago o los abuelos ya no están disponibles y debemos recurrir a una niñera, las transacciones económicas necesarias para obtener la misma utilidad se registran como un aumento del PIB, porque será necesario trabajar y ganar más para lograr lo que antes era gratis.
La economía sumergida se escapa totalmente del cálculo del PIB, ya que muchas actividades no son declaradas para evitar el pago de impuestos.
Además, en todos los procesos de producción hay consumo de recursos (por ejemplo, petróleo o madera) y el PIB no refleja su agotamiento.
El PIB no mide el nivel de desarrollo de un país, ignora la relación con el costo de vida, así como ignora el valor de elementos que permiten a la población mantener un nivel de bienestar, como la calidad del sistema educativo y de la sanidad, el ocio y la libertad.

Demasiado y durante demasiado tiempo, parecía que habíamos cambiado la excelencia personal y los valores de la comunidad por la mera acumulación de cosas materiales.[…] pero ese producto nacional bruto cuenta la contaminación del aire y la publicidad de los cigarrillos, y las ambulancias que borran la carnicería de nuestras carreteras. Cuenta las cerraduras especiales para nuestras puertas y las cárceles para las personas que las rompen. Cuenta la destrucción de la secuoya y la pérdida de nuestra maravilla natural en la expansión caótica. Cuenta el napalm y cuenta las ojivas nucleares y los coches blindados de la policía para luchar contra los disturbios en nuestras ciudades. […] A pesar de ello, el producto nacional bruto no permite medir la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación o la alegría de su juego. No incluye la belleza de nuestra poesía o la fortaleza de nuestros matrimonios, la inteligencia de nuestro debate público o la integridad de nuestros funcionarios públicos. Tampoco mide ni nuestra inteligencia ni nuestro valor, ni nuestra sabiduría ni nuestro aprendizaje, ni nuestra compasión ni nuestra devoción a nuestro país, en definitiva mide todo, salvo lo que hace que la vida valga la pena.

(Robert Kennedy, discurso pronunciado en la Universidad de Kansas el 18 de marzo de 1968)

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Foto: BDE ©, Pixabay
Yoichi R. Okamoto (CC0)

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