En Eslovaquia uno de los problemas principales de la política de vivienda es la escasez de oferta de alquiler residencial a precios asequibles, en particular de viviendas municipales. Así se ha expresado Nina Beňová, etnóloga y gerente de proyectos de la asociación cívica Proti prúdu (Contra corriente), que ayuda a las personas sin hogar a integrarse en la sociedad y elabora propuestas estratégicas para abordar el tema de la falta de vivienda.
Se trata de un problema que afecta principalmente a los sectores más vulnerables de la población: familias de bajos ingresos, ancianos, discapacitados, jóvenes y ancianos.
«La Constitución de la República Eslovaca no reconoce explícitamente el derecho a la vivienda, aunque incluye la obligación de garantizar otros derechos que no pueden respetarse sin vivienda», dijo Beňová. Estos son, por ejemplo, el respeto y la protección de la dignidad humana, la integridad y seguridad personal, el derecho a la salud y a un entorno adecuado y saludable.
Sin embargo, faltan estrategias e instrumentos legislativos adecuados a nivel nacional. La Ley de vivienda que entró en vigor en 1993 prevé que las familias cuyos ingresos no excedan tres veces el nivel de subsistencia tienen derecho a una vivienda social, pero no identifica los grupos vulnerables o las condiciones para otorgar viviendas a dichos grupos.
Además, los ayuntamientos estuvieron obligados a vender sus viviendas a todos los interesados que cumplieran los criterios impuestos por la ley. Sin embargo “no pensaron en construir nuevas viviendas», ha explicado Beňová. En su opinión, los municipios y las administraciones regionales no aprovechan de manera adecuada la posibilidad de construir viviendas de alquiler con la participación estatal entre 25 y 85% y de utilizar préstamos con interés del 1%, a través del Fondo Estatal del Desarrollo de Viviendas.
De acuerdo con datos del Ministerio de Transporte y Construcción, el número de viviendas construidas anualmente ha alcanzado las 15 mil unidades, pero hay solamente 1.500 viviendas municipales realizadas con el apoyo estatal.
El tiempo de espera para los aspirantes a una vivienda pública depende de cada municipio, y puede ser muy largo. Por ejemplo, en Bratislava, los solicitantes a menudo tienen que esperar de 5 a 7 años. Por eso, muchos de los interesados potenciales renuncian a presentar su solicitud y, sobre todo los jóvenes optan por soluciones alternativas buscando las viviendas en las áreas cercanas a la ciudad.
La situación debería mejorar en los próximos años, al menos en la capital, gracias a los nuevos proyectos de vivienda social anunciados por el alcalde Matúš Vallo.
En lo que concierne a las personas sin techo, el abogado Ivan Lorenc, quien trabaja con la asociación cívica Proti prúdu, intenta introducir en Eslovaquia “la Vivienda primero” (Housing First), una metodología de intervención social alternativa al sistema tradicional encaminada a ofrecer un hogar individual a personas que viven en situación de calle, sin pasar por alojamientos temporales previamente. Este modelo de atención se ha aplicado con éxito en varios países de Europa, y permite a las personas afectadas por la exclusión social construir un proyecto de vida de mejor manera.
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Foto: Vikino CC0
Marc Ryckaert (MJJR) (CC BY 3.0)
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