El pasado fin de semana, las calles de Praga se llenaron para celebrar el 30 aniversario de la llamada “Revolución de Terciopelo”, que pocos días tras la caída del Muro de Berlín pasó a ser un episodio clave y llevó posteriormente a la caída del régimen comunista en la entonces Checoslovaquia.
Los presentes conmemoraron a las víctimas de la manifestación estudiantil que fue reprimida brutalmente por la policía en la Avenida Nacional, el 17 de noviembre de 1989, recordando los momentos que marcaron la historia del país y ondeando banderas checas y de la UE en el parque Letna, donde tuvieron lugar las principales manifestaciones de noviembre de 1989.
El primer ministro checo Andrej Babiš y sus homólogos Peter Pellegrini (Eslovaquia), Mateusz Morawiecki (Polonia) y Viktor Orbán (Hungría) asistieron a la jornada conmemorativa que incluyó una recreación de la protesta estudiantil que desencadenó la Revolución de Terciopelo. Los mandatarios depositaron ofrendas floreales en el monumento a la Revolución de Terciopelo en la Avenida Nacional de Praga y en la tumba del dramaturgo Vaclav Havel, “el disidente educado” que lideró la Revolución y fue el primer presidente de la República Checa.
En la ceremonia conmemorativa también participó el presidente del Bundestag alemán, Wolfgang Schaeuble, quien subrayó la importancia de fortalecer la Union Europea para superar de forma conjunta los desafíos. “Hoy muchos dan por sentado el vivir en libertad y democracia y en una Europa de fronteras abiertas, dijo Schaeuble. Sin embargo, «la lección de 1989 es que nada se mantiene necesariamente como es.”
«Hace treinta años, la libertad y la democracia llegaron a la antigua Checoslovaquia. Gracias al coraje de muchos checos y eslovacos, hoy somos dos países democráticos, libres y prósperos». Con estas palabras, el primer ministro Peter Pellegrini recordó las protestas en el otoño de 1989.
El sábado 16 de noviembre, la presidenta Zuzana Čaputová encendió una vela en Bratislava, en la Plaza de la Revolución de Terciopelo (así se renombró una parte de la plaza SNP) y pronunció un discurso en el Teatro Nacional Eslovaco, durante una conmemoración en la que participaron los protagonistas del 17 de noviembre de 1989.
Čaputová subrayó que hoy existe una grave crisis de confianza en la sociedad, debido al mal funcionamiento de la justicia, a los lazos sospechosos entre la política y el mundo económico y al reconocimiento a menudo solamente teórico de la libertad e igualdad de derechos. «La democracia es una oportunidad, no una garantía de éxito. Depende de nosotros cómo aprovechar esta oportunidad después de 30 años «, dijo la presidenta.
La “Revolución de terciopelo” y el camino hacia la democracia
El 17 de noviembre se inscribió dos veces profundamente en la historia de la República Checa, y por eso fue proclamado como el “Día de la lucha por la Libertad y la Democracia”.
En 1939, los ocupantes nazis cerraron las universidades de Praga y en la noche del 16 al 17 de noviembre arrestaron a miles de estudiantes y ejecutaron a nueve de ellos.
En 1989, la policía comunista en Praga dispersó por la fuerza una manifestación de estudiantes que reclamaban libertad de expresión y pluralismo político, un día después de la manifestación similar de estudiantes convocada en Bratislava para reivindicar libertades políticas y dispersada violentamente por la policía.
En Praga se formó el grupo opositor “Foro Cívico”, una plataforma política que exigía la puesta en libertad de todos los presos políticos, la dimisión de los dirigentes comunistas, libertad de expresión y reformas políticas. Al Foro Cívico dieron su adhesión numerosos disidentes, representantes de la iglesia, personalidades de la cultura y estudiantes, bajo el liderazgo del dramaturgo Václav Havel.
La Revolución de terciopelo fue fundamentalmente la revolución de los intelectuales, que siempre han encarnado la conciencia de la nación, denunciando todas las formas de opresión. Varios periodistas participaron en la huelga antigubernamental convocada el 21 de noviembre, realizando entrevistas a líderes disidentes investidos de la misión social de despertar a la nación de su apatía.
La llamada “Revolución de Terciopelo”, la movilización contra el régimen checo, fue masiva pero totalmente pacífica. La gente que se manifestaba en las plazas y las calles sacaba las llaves de sus bolsillos y las hacía tintinear, anunciando simbolicamente que llegaba la hora de cambiar el rumbo de la historia.
El 24 de noviembre dimitió la Secretaría General del Partido Comunista. El 25 y 26 de noviembre casi un millón de personas se reunió en la planicie de Letná (Letenská pláň), para escuchar los discursos de varios disidentes, entre ellos Václav Havel, símbolo de la oposición al régimen comunista.
Tras la huelga general del 27 de noviembre de 1989 y la falta del apoyo del aliado soviético, el Partido Comunista de Checoslovaquia abandonó el poder. El entonces Presidente de la República, Gustáv Husák, dimitió el 10 de diciembre y antes de finalizar el año Alexander Dubček, quien no había podido ejercer actividad política desde 1968, fue elegido presidente del Parlamento Federal, mientras que Václav Havel accedió a la jefatura del Estado. En junio de 1990 se celebraron las primeras elecciones democráticas en Checoslovaquia desde 1946.
Se abrió el camino hacia la democracia, «la ocasión de poder saltar por encima de la historia trasformándola e inaugurar una nueva época de la humanidad». (Milan Kundera)
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Foto: Peter Pellegrini (Fb)
Zuzana Čaputová (Fb)
Martin Kozák CC0
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