España apoya resoluciones contra la violencia de género

El pasado 12 de julio ha concluido en Ginebra la 41ª sesión del Consejo de Derechos Humanos, en la que España ha participado como miembro para el periodo 2018-2020.
El Secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Fernando Valenzuela, intervino el 25 de junio en el debate general, que ha abordado de forma prioritaria los derechos de las mujeres.
España ha participado en el diálogo con la Relatora Especial de Violencia contra la Mujer, así como en la discusión sobre violencia contra las mujeres en el ámbito laboral y sobre mujeres y cambio climático.
España ha presentado, de manera conjunta con Jordania, una declaración sobre el papel de las mujeres en la paz y el multilateralismo, subrayando la relación entre mujeres, paz y seguridad. Esta declaración ha sido suscrita por más de 60 países.
España también ha respaldado la resolución de renovación del mandato del Experto Independiente sobre la protección contra la violencia y discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género.
Además, ha apoyado resoluciones relativas a la violencia contra mujeres y niñas en el ámbito del trabajo, presentada por Canadá, a la lucha contra la discriminación hacia mujeres y niñas, presentada por México y Colombia, la nueva iniciativa sobre igualdad salarial, presentada por Islandia, y la declaración sobre el 40 aniversario de la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

Repercusiones del cambio climático sobre las niñas y las mujeres

La 41ª sesión del Consejo de Derechos Humanos contó con la presencia de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. Durante su intervención, Bachelet ha subrayado que la crisis del clima está despojando a la gente de sus derechos y su identidad, de sus hogares, sus países y sus vidas.
En este contexto, el cambio climático tiene repercusiones específicas sobre las niñas y las mujeres. “Durante los fenómenos meteorológicos extremos, las mujeres tienen más probabilidades de morir que los hombres, debido a las diferencias de rango socioeconómico y acceso a la información”, dijo la Alta Comisionada para los Derechos Humanos. “Las embarazadas y las madres que están amamantando pueden padecer inseguridad alimentaria debido al cambio climático. El aumento de salinidad del agua potable, causada por la subida del nivel del mar, puede causar el parto prematuro y la muerte, tanto de la madre como del recién nacido. El estrés económico que generan los desastres y cambios del clima puede incrementar los casos de matrimonio infantil, precoz o forzado, como estrategia para afrontar la situación. El agravamiento de las amenazas que pesan sobre la tierra, el agua, las especies y los medios de subsistencia afecta profundamente a las mujeres que trabajan la tierra o que dependen de un ecosistema para la subsistencia de su familia.”
El año pasado, más de 17 millones de individuos se convirtieron en desplazados internos en 144 países, a causa de desastres naturales y del cambio climático. En este contexto, las niñas y las mujeres están especialmente expuestas a las amenazas derivadas de la violencia de género y la trata de seres humanos.

La contribución de las mujeres a la lucha contra el deterioro del clima

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer señaló no solo que es urgente que se adopten medidas para atenuar las repercusiones negativas del cambio climático sobre las niñas y las mujeres, sino también que “las mujeres pueden realizar grandes contribuciones a la acción en materia de clima, particularmente en las comunidades marginadas de las zonas más precarias y peligrosas. Su conocimiento profundo de estrategias ecológicas basadas en la tierra y la naturaleza, de hecho, puede ser fundamental en la búsqueda de soluciones que reduzcan al mínimo los daños climáticos, mejoren los sistemas de alerta temprana y consoliden la resiliencia.”
En el Chad, por ejemplo, la joven activista de la comunidad fulani mbororo, Hindou Oumarou Ibrahim (en la foto), se ha asociado con otras mujeres indígenas para crear un dispositivo comunitario de gestión de recursos naturales y favorecer la participación de las mujeres en la lucha contra el deterioro del clima en sus comunidades.
Los beneficios generales que se derivan de una mayor igualdad para la mujer encierran un gran potencial de transformación. Por ejemplo, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura publicado en 2011, si las mujeres dispusieran de un acceso igualitario a la financiación y y los recursos, el rendimiento de sus granjas aumentaría de un 20 a un 30 por ciento. Eso significaría que el número de personas afectadas por el hambre disminuiría entre 100 y 150 millones y podrían reducirse considerablemente las emisiones de dióxido de carbono.

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Foto: Pixabay, YouTube
UNclimatechange (CC BY-NC-SA 2.0)

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