Fidel y la “cubanidad”: un doble mito

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Los hombres mueren, los mitos atraviesan la barrera del tiempo y entran en el imaginario colectivo.
Pero no es sólo Fidel Castro, el héroe, el libertador, el que entró en la leyenda, y mucho tiempo antes de su muerte. Es todo un pueblo que goza de una reputación legendaria. Los cubanos son amados y respetados en América Latina. Solo la palabra «Cuba» es capaz de encender las emociones y despertar los sueños románticos de libertad.
La cubanidad no está dada por nacimiento, lugar de residencia, raza o color de piel. La cubanidad deriva de la voluntad de ser cubano. Y es cubano el que ha luchado para construir Cuba.
Un siglo de lucha por la independencia contra los españoles antes y contra los «gringos», luego. No son descendientes de los nativos, desaparecidos poco después de la colonización. No, los cubanos son el resultado de un choque de culturas y razas, entre Europa y África, entre los esclavistas y los esclavos, blancos y negros, conquistadores y abrumados.
Una historia de guerras, dictaduras, gobiernos títere, mafia y corrupción la historia de Cuba. Una economía dependiente de los Estados Unidos, un racismo desconocido al tiempo de los españoles, un régimen de violencia que encarcelaba a los opositores políticos, mientras que la isla estaba a la deriva bajo los golpes de la delincuencia organizada.
Esta era la Cuba de Batista, esta era la Cuba que Fidel quería cambiar. Y apostó por el orgullo cubano, terco e infinito, dándole un propósito, una dirección, una disciplina.
Era una colonia en el mar y se convirtió en una nación, un estado. Por supuesto, a costa de un gran sufrimiento para el pueblo cubano, que no agachó la cabeza y no quiso ser como Puerto Rico.
Son amados y respetados los cubanos en América Latina. Hicieron soñar a todo el mundo, con su tenaz defensa de la libertad, sus conquistas sociales, la lucha contra el racismo. Enfrentaron al gigante del capitalismo los cubanos, encontraron unidad y firmeza en el largo y agotador periodo del embargo.
Estudiaron, hicieron investigación científica – y lo hicieron con pocos recursos – dando médicos preparados a todo el mundo latinoamericano.
Y no sólo. Hay muchos africanos que van a Cuba para recibir la atención que la Europa civilizada sigue negando a los que carezcan de medios económicos. Pobres que la muy pobre Cuba recibe.
Son orgullosos los cubanos, por todo lo que han sido capaces de ganarse, por sus hijos que van a la escuela con el uniforme limpio y planchado, y no deben mendigar, prostituirse, empuñar un fusil o vender drogas en las esquinas.
Justicia social, educación, libertad: Fidel Castro y el «Che» materializaron los sueños de la generación más joven de su tiempo, que encarna el ideal de héroes que se rebelan contra el gigante capitalista, logrando lo imposible.
Un comunismo vivo y palpitante, el caribeño, muy diferente del grises del sistema soviético.
Es pesada la herencia dejada por el líder máximo, que quería hacer de una mezcla de razas un pueblo disciplinado, serio y educado.
Los cubanos tendrán que demostrar que realmente merecen la aureola mítica que los acompaña desde hace más de medio siglo.
Tendrán que resistir los ataques de cuervos y buitres, listos para atacar el cuerpo del león muerto.
Y si la historia absolverá a Fidel, esperemos que también absuelva a los cubanos.

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Foto: Pixabay

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