Google utilizará videos cortos de aproximadamente un minuto en las redes sociales de Eslovaquia, la República Checa y Polonia para combatir las noticias falsas, en particular la retórica xenófoba y racista contra los refugiados ucranianos.
Se trata de un método llamado «prebunking», experimentado por primera vez en la década de 1960, cuyo objetivo es aumentar la resistencia de los adultos a la desinformación y las «teorías de la conspiración» y perfeccionar las habilidades de pensamiento crítico.
Un estudio publicado recientemente en la revista Science Advances por un grupo de investigadores de las Universidades de Cambridge y Bristol se enmarca en un programa más amplio elaborado por empresas de tecnología, académicos y periódicos para encontrar métodos más efectivos que la tradicional «verificación de hechos» (en inglés, fact-checking) y reconstruir la alfabetización mediática.
Los investigadores trabajaron juntos con YouTube y Jigsaw, una unidad de Google que crea herramientas para periodistas, activistas y miembros de la sociedad civil.
En laboratorio se proyectaron unos dibujos animados de 90 segundos y anuncios de YouTube a unos 30.000 voluntarios para explicar en un lenguaje sencillo e imparcial algunas de las técnicas de manipulación más comunes utilizadas en las campañas de desinformación. Estas incluyen, por ejemplo, el método del chivo expiatorio, utilizado para atribuir la responsabilidad de hechos negativos a un determinado grupo desfavorecido, o el método de crear y propagar el miedo, utilizando un lenguaje fuertemente emocional y ataques personales.
Los participantes en el experimento mostraron una capacidad un 5% mayor para identificar información falsa. El efecto positivo del pre-bunking se ha observado en personas con diferentes personalidades, orientaciones políticas y niveles educativos.
Algunos expertos consideran que el pre-bunking es un método más eficaz para combatir la desinformación, porque no pretende desmentir o corregir la avalancha de noticias falsas que circula por Internet, sino que tiene un enfoque preventivo.
Sin embargo, el método no deja de suscitar dudas sobre sus implicaciones éticas y políticas. Por ejemplo, ¿Quién decide si las noticias pueden etiquetarse como resultado de «manipulación» o «distorsión de la realidad»? ¿Quién tendrá que gestionar el proceso? ¿Empresas privadas como Google o Gobiernos? ¿Con qué garantía de control democrático? ¿Y con qué riesgo que un instrumento tan delicado acabe en malas manos?
Los propios investigadores que realizaron el experimento destacan que la herramienta del pre-bunking no está exenta de limitaciones y representa solo una parte de la solución al problema de la desinformación. Por eso es necesario abordar otros aspectos trasversales. Por ejemplo, estudiar cuánto tiempo el efecto de la presentación de los videos sigue siendo significativo o en qué medida el método puede aplicarse a diferentes entornos culturales y lingüísticos.
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Foto: Firmbee CC0
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