Hace 28 años el Parlamento federal aprobó la disolución del estado común checoslovaco

El 25 de noviembre de 1992, el Parlamento federal de Checoslovaquia adoptó la ley Constitucional que marcaba el final de existencia de un estado con una larga historia de uniones y disoluciones.
Checoslovaquia nació en 1918 de la disolución del Imperio austrohúngaro despúes de la primera guerra mundial. La unión de Bohemia y Moravia, territorios del antiguo dominio austriaco y centros industriales de habla checa, y la región agraria de Eslovaquia, que formaba parte de Hungría, fue un acto político, como parte del Tratado de Saint-Germain.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Checoslovaquia fue dividida nuevamente entre un Protectorado de Bohemia y Moravia, gobernado directamente por el Tercer Reich, y el Estado de Eslovaquia teóricamente independiente (a excepción de una franja de tierra en la frontera con Alemania), pero de hecho satélite de los nazis.
Después de la guerra, fue restablecida la unión entre la región checa y la eslovaca bajo la influencia de la Unión Soviética, y con esta configuración política la Republica Checoslovaca fue ocupada por las tropas del Pacto de Varsovia que pusieron fin al proceso de reformas.
En 1969 se convirtió en una federación y ese mismo año Alexander Dubček fue destituido como secretario general del Partido Comunista de Checoslovaquia. En un discurso público confesó entre lágrimas que se había perdido la mayor parte de lo conquistado en la «Primavera de Praga». El sueño de un socialismo con rostro humano se desvanecía.
Sin embargo, veinte años después, en 1989, aquellas semillas de libertad germinaron de nuevo en la llamada «Revolución de Terciopelo».

Alexander Dubček y Václav Havel © Justin Leighton, 1989

A diferencia de lo que sucedió en Yugoslavia y la Unión Soviética, el final del comunismo no significó el final de la unión: el país se reformó dando origen a la República Federal Checa y Eslovaca, eliminando la denominación “socialista” de su nombre.
Todavía quedaba sin resolver la cuestión nacional, el problema de la igualdad étnica, la disparidad económica entre la más prospera República Checa y la menos desarrollada Eslovaquia.
Muchos checos y eslovacos deseaban la existencia continuada de una Checoslovaquia federal. Según una encuesta llevada a cabo en 1992, tan solo el 37 por ciento de los eslovacos y el 36 por ciento de los checos apoyaban las propuestas independentistas y la separación.​
De cualquier modo, el proceso de disgregación de la República transcurrió por la vía de la negociación y el diálogo, pero por caminos difíciles y el destino del país lo decidieron los políticos en una reunión en Bratislava. En la primavera de 1992 la disolución de Checoslovaquia estuvo en el centro de la crisis del gobierno eslovaco: el grupo político liderado por Vladimír Mečiar inició negociaciones con el gobierno checo para la partición de la República Federal.
La disolución del Estado de Checoslovaquia, escindido en dos nuevas naciones – República Checa y República Eslovaca – fue aprobada por la Asamblea Federal el 25 de noviembre de 1992 y entró en vigor el 1 de enero de 1993. La separación ocurrió sin enfrentamientos violentos, a semejanza de la Revolución de Terciopelo y precisamente por eso fue llamada “Divorcio de Terciopelo”.
El 25 de noviembre 1992 se consumaba el fracaso definitivo de la reordenación territorial europea impuesta por las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial y empezaba otro capítulo de la historia internacional, relacionado con el fin de la guerra fría y la disolución de varios países del bloque oriental.

 

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