(Natália Božiková). Seguimos con la entrevista al doctor Marek Syrný PhD., historiador del Museo de Levantamiento Nacional Eslovaco en Banská Bystrica, sobre la historia de Eslovaquia después de los Acuerdos de Múnich (1938).
P. ¿Qué eran los Arbitrajes de Viena y cómo afectaron a Checoslovaquia?
R. Los Arbitrajes de Viena ya fueron mencionados en los Acuerdos de Múnich que trataban sobre el asunto de la minoría alemana en Checoslovaquia. Se establecían los detalles, como por ejemplo el intervalo de tiempo en el cual se iban a vaciar los territorios de las regiones fronterizas. Los Acuerdos de Múnich trataban también sobre Eslovaquia, porque sobre la base de ellos perdimos a Petržalka (una parte de Bratislava), que era en su mayoría alemana.
Para el siguiente desarrollo eran importantes también otros adjuntos de los Acuerdos de Múnich que determinaban la fecha límite para el acuerdo entre el gobierno checoslovaco y los gobiernos húngaro y polaco. Con el gobierno polaco acordaron (in)voluntariamente relativamente rápido porque Polonia también movilizaba tropas. Polonia insinuaba que si Checoslovaquia iba a “crear problemas”, era capaz de intervenir militarmente.
Después de los Acuerdos de Múnich el gobierno central en Praga estaba muy debilitado. De esta oportunidad se aprovechó el partido popular de Hlinka (HSĽS), que presionó al gobierno sobre el tema de la autonomía de Eslovaquia. El gobierno central en Praga necesitaba estabilidad en la política interior y por eso al final aprobó la autonomía de Eslovaquia. Las negociaciones y los acuerdos con los Húngaros se hacían de manera muy pragmática. El gobierno central en Praga quería que la ya autónoma Eslovaquia resolviera sola sus problemas en cuanto a las fronteras con Hungría.
Los arbitrajes de Viena fueron precedidos por las llamadas negociaciones de Komárno, donde la parte eslovaca estaba en desventaja. La delegación checoslovaca que participó en los Arbitrajes de Viena estaba encabezabada por el primer ministro del gobierno eslovaco autónomo Jozef Tiso, quien no supo llegar a un acuerdo con la parte húngara sobre la frontera entre Eslovaquia y Hungría. Más tarde las negociaciones se trasladaron a Viena y tuvieron carácter de arbitraje como en los Acuerdos de Múnich. La única diferencia era que en Viena los árbitros solamente eran Italia y Alemania. Eslovaquia y Hungría tenían sus exigencias territoriales y para Eslovaquia era inaceptable dejar sus territorios del sur a Hungría aunque estaban habitados mayormente por los húngaros. Hungría exigía estos territorios por razones económicas y étnicas. Sobre el resultado decidían justamente Alemania e Italia, a las cuales les convenía más la política húngara que eslovaca debido a la cooperación anterior. Les convenía más satisfacer a Hungría que era mucho más grande y fuerte que Eslovaquia.
Con los Arbitrajes de Viena Eslovaquia perdió más o menos un cuarto de su territorio. Eslovaquia perdió los territorios más fértiles con abundante infraestructura ferrocarril que así quedó cortada, porque algunas partes estaban en el territorio eslovaco y algunas en el húngaro. Aunque los dos países, Eslovaquia y Hungría, fueron más tarde aliados de Alemania y debían ser aliados también entre ellos, el servicio de inteligencia eslovaco perseguía justo a Hungría como enemigo. Para Eslovaquia dicha “alianza” con Hungría representaba un acto forzado. Hungría estaba insatisfecha, quería recuperar territorios y consideraba anexar también el resto de Eslovaquia.
Por el contrario, las crecientes concesiones de Eslovaquia fueron en parte una maniobra para ganar tiempo y obtener el respaldo de Alemania, para así poder exigir la devolución del sur del país. Más tarde, durante la guerra, la resistencia checoslovaca señaló que los Húngaros estaban vinculados con Hitler y por eso no tenían ningún derecho al sur de Eslovaquia.
P. ¿Qué eran las Guardias de Hlinka?
R. Las Guardias de Hlinka aparecieron en otoño del año 1938. Se trataba de una organización semimilitar del Partido popular de Hlinka (HSĽS). Incluía los cuerpos militares u organizaciones similares que hasta entonces existían junto a los partidos políticos aunque en una forma mucho menos radical. Estos organismos del Partido eran presentados como cuerpos de la organización política. En Checoslovaquia (1918–1938) había muchos partidos políticos, y dado que a veces sus asambleas eran tan frenéticas que se producían peleas, el gobierno toleraba que los partidos tuvieran estos cuerpos de organización que no debían estar armados.
El cuerpo de la organización estaba formado principalmente por jóvenes que debían vigilar la asamblea. En principio las Guardias de Hlinka estaban armadas solo con cuchillos o armas blancas más pequeñas, pero en tenencia ilegal. En el verano de 1938 cuando la crisis politica se agudizó, el gobierno no pudo controlar totalmente la situación en Eslovaquia y así se formaron las Guardias de Hlinka con carácter más radical. Más tarde se armaron con escopetas y pistolas para estar preparadas en caso de revolución y mantener el órden. Estaban convencidas de que el gobierno no sería capaz de manejar la situación. En la época posterior fueron las Guardias de Hlinka la parte más radical del régimen del Partido popular de Hlinka (HSĽS), formada por jóvenes con orientación radical hacia judíos, checos o cada uno al que no le consideraban un buen eslovaco.
P. ¿Por qué Adolf Hitler estaba interesado en liquidar a Checoslovaquia?
R. Adolf Hitler estaba interesado primero en anexar los Sudetes (los territorios fronterizos). Si nos imaginaríamos el mapa de Checoslovaquia después de Los Acuerdos de Múnich, veríamos solo un “fideo”, solo una parte de Checoslovaquia del período anterior a la guerra, con grandes problemas económicos y sociales. Adolf Hitler al anexar los Sudetes obviamente pensaba en expandir el suelo alemán más allá, y Checoslovaquia parecía estar indefensa contra este plan. Vio que en Múnich los franceses, los ingleses u otros no hicieron absolutamente nada, la Unión Soviética rechazó los acuerdos solo en el marco de su propaganda política contra el “complot de las potencias occidentales”.
Así Hitler recibió suficiente espacio para liquidar Checoslovaquia entera. Pero no lo pudo hacer directamente de manera militar, porque en los Acuerdos de Múnich tuvo que comprometerse con Francia y Gran Bretaña que el resto de Checoslovaquia se quedaría bajo su protección.
A partir del otoño de 1938 los expertos para Europa central le empezaron a avisar a Hitler que en Eslovaquia existía un partido muy fuerte, el partido popular de Hlinka (HSĽS), y había un ala que quería la autonomía. La alianza entre Alemania y ese ala de HSĽS permitiría destruir Checoslovaquia. Del resto de Chequia se apoderarían oficialmente “por razones policiales” para que no hubiera caos o revolución. Si Eslovaquia fuera autónoma, Alemania podría poner en marcha un plan de expansión más allá, hacia el este, los Balcanes, más cerca de la URSS. Hitler no estaba interesado en ayudar a Eslovaquia en su lucha por la autonomía, aunque Hitler proclamaba que cada nación debe tener su propio Estado e imponía la misma política también en los Balcanes. Para Alemania estos países eran prioritariamente solo una manera para expandir el nazismo como tal.
P. ¿Cómo reaccionó el Partido Popular de Hlinka (HSĽS) a la política de Hitler?
R. En principio el ala moderada del Partido Popular de Hlinka (HSĽS) consideraba la política de Hitler como una buena oportunidad para presionar el gobierno central en Praga en cuanto a la política interior. Los miembros de HSĽS confiaban en el nacionalismo de Hitler, quien no les molestaría porque ellos también eran nacionalistas. Debilitar a Checoslovaquia y la política checa les convenía porque les podía ayudar a conseguir la autonomía. De hecho, Eslovaquia logró la autonomía en el mes de septiembre de 1938. Muchos políticos, en su mayoría jóvenes y radicales, proclamaban que Eslovaquia tendría que unirse completamente a Alemania para lograr algo más: la independencia. Además el país, siendo el aliado principal de Alemania en esta parte de Europa, podría presionar de alguna manera a Hungría, con la que estaba en el conflicto por el territorio en el sur de Eslovaquia. Por eso, consideraban la alianza con Berlín como la opción más ideal, incluso desde el punto de vista económico.
P. ¿En qué ramas se dividía el Partido Popular de Hlinka (HSĽS)?
R. Una rama era una generación más antigua, más conservativa como era Andrej Hlinka, Jozef Tiso o el presidente de la asamblea eslovaca autónoma. En su mayoría se trataba de políticos que también conocían en parte la época de Austria-Hungría. Afirmaban que la república checoslovaca, en comparación con Hungría, ayudó significativamente a la nación eslovaca. Eran de orientación más conservadora, es decir ni liberales ni extremistas. Después había una rama más radical, más revolucionaria, que no quería esperar hasta que quizás un día Eslovaquia llegara a ser un país independiente o por lo mínimo autonómo.
Los miembros de la rama radical pertenecían más al grupo de los llamados activistas, como se denominaban en aquella época, y se inclinaban más hacia la opinión de que todo se tenía que conseguir de manera revolucionaria. A ese grupo pertenecía Vojtech Tuka, quien justo después de la autonomía de Eslovaquia y los Acuerdos de Múnich en el año 1938 fue liberado de la cárcel tras muchos años. Un personaje importante de la rama radical también fue Alexander Mach, y también los políticos más jóvenes gravitando alrededor de las Guardias de Hlinka.
P. ¿Qué significó el encuentro de Vojtech Tuka con Adolf Hitler para Checoslovaquia?
R. El encuentro más importante de Vojtech Tuka y Adolf Hitler ocurrió en el febrero de 1939, cuando Hitler prometió que Alemania apoyaría el nacimiento del Estado autónomo eslovaco. Tuka “entregó la nación eslovaca en las manos de Hitler”. Pero Hitler les pidió a los eslovacos que expresasen si querían estar con los checos y compartir con ellos un destino colectivo, es decir una posible ocupación, o querían ser independientes. Si querían ser independientes, tenían que proclamar ellos mismos la autonomía, para que no pareciera como una órden del Führer que estaba rompiendo el país checoslovaco. Obviamente este trato no era oficial, Vojtech Tuka seguía siendo ciudadano checoslovaco.
A partir de enero de 1939 viajaban algunos políticos oficialmente o semioficialmente a Berlín y Berlín se les estaba “comprando” con varias promesas y de varias maneras. Los radicales también querían ser ayudables y colaborar con Alemania para lograr la autonomía.
P. ¿Cómo reaccionó Praga al esfuerzo de Eslovaquia para independizarse?
R. Después de los Acuerdos de Múnich Checoslovaquia ya no era el mismo país: era un país debilitado, dependiente de las decisiones de Alemania en cuanto a la política exterior. El gobierno central en Praga se daba cuenta de que estaba debilitado y que a los radicales se les crecieron las alas y exigían la autonomía.
Pero no se daba cuenta de que Alemania era responsable de esta situación debido a la escasa cobertura de los servicios de inteligencia. Al gobierno central en Praga le interesaba cómo reaccionaría Berlín en su intervención en Eslovaquia. Berlín respondió muy pragmáticamente que no le iba a molestar. Los días 9 y 10 de marzo de 1939 ocurrió el llamado Golpe de Estado de Homola, es decir una intervención del gobierno central de Praga en el territorio de Eslovaquia y la destitución del gobierno de Jozef Tiso debido a las intenciones separatistas bien conocidas en Praga.
Cabe destacar la posición política de Karol Sidor, quien no estaba vinculado ni con Praga ni con Berlín. Sidor se imaginaba Eslovaquia como una confederación con Polonia y no anexada a Alemania o a Hungría. Durante el Golpe de Estado de Homola fueron arrestados cientos de activistas que simpatizaban con el partido HSĽS. Parte de ellos durante el golpe de Estado de Homola huyeron a Austria que ya era parte del imperio alemán. Los alemanes, a través de Viena incitaban a la gente en Eslovaquia para que tomaran las armas y se enfrentaran a los policías y al ejército checo para independizarse.
_________
Foto: Münchner_abkommen5+.svg (CC BY-SA 3.0)
Cortesía del museo SNP en Banská Bystrica
Deja un comentario