“El progreso social es la capacidad de una sociedad de satisfacer las necesidades humanas fundamentales de sus ciudadanos, de establecer cimientos que permitan mejorar y mantener la calidad de vida de sus ciudadanos y comunidades, y de crear las condiciones para que todos los individuos alcancen su pleno potencial.”
El Índice de Progreso Social fue creado para medir el éxito de los países acerca de la satisfacción de las necesidades básicas de alimento, agua potable, vivienda, seguridad, salud, educación, libertad, oportunidades y protección del medio ambiente. Es decir, más allá de indicadores económicos como el PIB per cápita.
Impulsar el progreso social requiere un nuevo modelo, ya que el desarrollo económico por sí solo no es suficiente si no es acompañado por el progreso en temas sociales.
Claro que un aumento en los ingresos por lo general conlleva grandes avances en el acceso al agua potable, saneamiento, alfabetización y educación básica. Pero demasiadas personas, independientemente de su nivel de riqueza, no pueden disfrutar plenamente de sus derechos y sufren discriminación o violencia por motivos de religión, etnia u orientación sexual.
Por lo tanto, el progreso social se ha convertido en un punto crítico en las agendas de los líderes de gobierno, el sector empresarial y la sociedad civil.
El Índice de Progreso Social es el primer marco integral para medir el progreso social independiente y entender la relación entre el progreso económico y el progreso social.
El Índice, elaborado por la organización no gubernamental Social Progress Imperative, desde 2012 mide el desempeño de los países en diversos aspectos sociales y ambientales en todos los niveles de desarrollo económico.
Social Progress Imperative registra y estudia 50 indicadores distintos de calidad de vida en países de todo el mundo, tales como necesidades humanas básicas, nutrición y cuidados médicos, agua y saneamiento, vivienda, seguridad personal, acceso a educación-información-comunicaciones, calidad medioambiental, oportunidades, derechos personales, libertad personal y de elección, tolerancia e inclusión.
El Índice de Progreso Social incorpora cuatro principios claves: indicadores exclusivamente sociales y ambientales; resultados, no esfuerzos; medición holística del progreso social; herramienta práctica y aplicable para los gobiernos.
El objetivo es medir el progreso social directamente en lugar de utilizar indicadores económicos. Se analiza de forma rigurosa y sistemática la relación entre el desarrollo económico – medido, por ejemplo, a través del PIB per cápita – y el desarrollo social. Se miden los resultados, es decir los niveles de salud y bienestar alcanzados por un país. La medición del progreso social holística abarca una visión integral de la calidad de vida de los países.
Además del puntaje y clasificación total por país, la comparación entre específicas fortalezas y debilidades permite establecer prioridades estratégicas para actuar sobre los problemas más urgentes.
El Índice pretende enfocárse en áreas específicas y ser una herramienta práctica que ayude a los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil a implementar políticas y programas que acceleren el progreso social.
En Europa, la organización Social Progress Imperative ha brindado su apoyo a la Comisión Europea y el Índice se utiliza para monitorear el plan de acción 2014-2020 de la comisión, en colaboración con algunas de las regiones con mejor desempeño en Escandinavia. En el último informe anual, los países con mayor nivel de vida en 2017 son los de Europa del Norte: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega. En quinto lugar se posiciona Suiza.
Eslovaquia ocupa el lugar 30 en la lista de los países con «un progreso social alto», con 80,22/100 puntos, mejorando un puesto en comparación con 2016. En el grupo Visegrad 4 Eslovaquia se sitúa en segundo lugar, después de la República Checa (lugar 22), seguida por Polonia (lugar 32) y Hungría (lugar 37).
El grupo con «un progreso social alto» está formado por 24 países e incluye a cuatro miembros del G7 (Japón, Estados Unidos, Francia e Italia), cuatro países latinoamericanos (Chile, Costa Rica, Uruguay y Argentina), Israel, Corea del Sur, y 16 países europeos.
Los países de Europa Central y Europa del Este que han logrado alcanzar este nivel (Eslovenia, República Checa, Estonia, Eslovaquia, Polonia, Letonia, Croacia y Hungría) tienen en promedio un desempeño más bajo en los indicadores “Oportunidades” y “Tolerancia e Inclusión” que los países de Europa Occidental y Meridional. Su desempeño es bueno en “Nutrición y Cuidados Médicos Básicos”, con puntajes superiores a 98.00, pero todavía no alcanzan los niveles en “Salud y Bienestar” logrados por otros países en la misma categoría, debido a un alto número de muertes por enfermedades no contagiosas y suicidios.
En promedio, este grupo de países alcanza un nivel muy alto en “Nutrición y Cuidados Médicos Básicos”, “Agua y Saneamiento”, y “Acceso a Conocimientos Básicos”. Sin embargo, en “Libertad Personal y de Elección”, y en “Tolerancia e Inclusión” se registra un fuerte retraso con respecto a los países con progreso social muy alto.
En cuanto a “Tolerancia e Inclusión” hay una significativa variación a nivel regional, puesto que los países de Europa del Norte son los más tolerantes del mundo, mientras que muchos países de Europa Central y Oriental se encuentran en la mitad inferior de la lista.
En la República Checa, Francia, Hungría, Letonia, Polonia, Rusia, y Eslovaquia se ha registrado una decreciente tolerancia hacia los inmigrantes y una creciente discriminación contra las minorías.
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Foto: Pixabay CC0, Kurt Bauschardt (CC BY-SA 2.0)
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