La ocasión es una cena en un restaurante italiano en los días antes del concierto del 9 y 10 de marzo con la Orquesta Filarmónica Eslovaca en Bratislava. Llega sonriendo y amistoso John Axelrod, con la sencillez que sólo los grandes maestros son capaces de tener. Y delante de un plato de «spaghetti alla chitarra» con mariscos la entrevista «oficial» con uno de los más prestigiosos directores internacionales se convierte en una agradable charla …
Fuiste un estudiante de Leonard Bernstein, ¿Cuál es la lección más importante que te dejó el maestro?
Me dejó muchas enseñanzas, pero la más importante es que hay música «buena» y música «mala» y nosotros, los músicos, debemos estar preparados para entender la diferencia. Además, la música es un lenguaje para comunicar. Estamos limitados con la lengua, pero la música no conoce limitaciones, es un lenguaje universal. Según Bernstein, cuando existe la posibilidad de compartir la música, se realiza una suma más grande del individual. La música es una fuerza para crear un sentido de humanidad colectiva. No somos individuos aislados, con la música estamos «juntos». “Alle Menschen werden Brüder” Schiller escribió en la poesía “Ode an die Freude”: todos los hombres son hermanos y esta es la profunda filosofía de la música.
Leonard Bernstein dijo de ti: «John llegará a ser un gran conductor porque ama a la gente «. Para ti dirigir, por tanto, es un acto de amor? Sí, por supuesto. Como decía mi maestro Bernstein, yo soy no sólo un músico tocando un instrumento, sino también un director de orquesta que «toca» a los músicos, seres humanos. Mi trabajo no sólo consiste en tocar, sino motivar, inspirar a todos los músicos para que puedan dar lo mejor.
Tú dirigiste muchas orquestas en todo el mundo. Se puede hablar de una «globalización» en las orquestas o todavía existen diferencias entre orquestas europeas y las de otros países?
La globalización es importante porque permite reunir a los mejores músicos de diversos países del mundo. Por ejemplo, mi orquesta en Lucerna reúne a músicos de 23 nacionalidades diferentes. Las orquestas que dirigo en Sevilla tienen 25 músicos. Es importante entender las diferencias culturales de cada país. En Francia tu puedes discutir 20 minutos con los músicos, en Alemania después de tres minutos tú tienes la solución; en Italia hay mucha pasión, en Suiza prevalece la técnica. Por supuesto, estos son estereotipos, pero es importante conocer las diferencias en la interpretación de la música de cada país.
John Axelrod es uno de los conductores más populares en todo el mundo. Sobre ti han escrito que tienes un don que va más allá de la técnica que se aprende en la escuela: la capacidad para inflamar e involucrar a la orquesta hasta la última nota. ¿Cuál es tu relación con los músicos de la orquesta que vienen de todas partes del mundo?
Es necesario que los músicos de la orquesta miren al maestro como un punto de referencia, pero debe existir un equilibrio entre la seguridad y la libertad. El director está en el podio para dirigir, inspirar y permitir la libertad. La confianza entre el director y los músicos es muy importante: cuando los músicos entienden que el director tiene confianza en ellos, tocan mejor, se sienten motivados. El equilibrio adecuado entre la libertad y la seguridad es el verdadero reto. Y cada orquesta es diferente.
Música significa técnica, pero también es corazón, pasión, amor. Las notas en la partitura son sólo signos negros, sin vida. Hay que tener inspiración, sensibilidad humana para crear la vida en la música y cuando se transmite la vida durante la ejecución el público se da cuenta de eso.
Además de la relación entre la libertad y la seguridad, hay otro reto: la relación entre la tradición y la innovación. Cuando la música es sólo un ejemplo de tradición puede resultar fría, si es sólo innovación, el público puede no entender y rechazar, diciendo «no, esto no es Beethoven, no es Mozart o Tchaikovsky.» Ciertamente hay que conocer y entender la tradición, pero en mi opinión es importante dar algo de nuevo, y este equilibrio entre la innovación y la tradición es también una tarea del director, que debe establecer una buena relación con los músicos.
Es correcto reinterpretar la música clásica o es necesario reproducirla exactamente como fue concebida por los autores del pasado, respetando la tradición?
Ciertamente, el respeto por la tradición es importante: hoy veo una tendencia a proponer algo intelectual a cualquier costo, incluso «en contra de la música» alguna vez, sólo para dar la imagen de una creatividad… forzada… La música es libertad de expresión creativa, por supuesto, pero sobre todo es verdad. Cuando el público siente que el músico tiene esta calidad, es decir, saber estar «en la música», libre de los problemas de la vida, y sólo se concentra en el «aquí y ahora» – como nos enseña el budismo Zen -, experimenta una gran emocion. Los mejores asientos en las salas de conciertos son aquellos cercanos a los músicos, ya que el público puede sentir la completa fusión de ellos con la música.
Prefieres dirigir una sinfonía o una ópera?
Me encanta la ópera «Tristán e Isolda», en mi opinión es la más grande, pero yo prefiero la música sinfónica, porque para mí es importante la música, en primer lugar, antes de las palabras, y luego porque me da una relación directa con los músicos … sólo yo y los músicos. En la obra hay demasiados «chef de la cocina»: el director, los técnicos de iluminación y sonido, los diseñadores de vestuario… Sin embargo, la ópera es increíble y me gusta mucho. Si hay una buena colaboración entre el director, los músicos y los cantantes, se realiza un verdadero milagro, una suma más grande del individual. La música sinfónica es abstracta, mientras que la opera es más concreta, con vestuario, la escenografía… definitivamente hay una mayor físicalidad. El mayor reto es crear una experiencia física para el público con la música abstracta, y la música sinfónica en mi opinión permite una mayor creatividad.
¿Cuál es tu músico favorito?
Para mí, todos los músicos son brillantes, pero lo que dirigo en ese momento es lo que prefiero. Esta semana es Britten, es Sibelius, es Adams. Por supuesto hay compositores más cerca de mi corazón: Beethoven, Ravel, Strauss, Brahms, mi maestro Bernstein. El próximo año se celebrará el centenario del nacimiento de Bernstein, y voy a diriger la Filarmónica del Teatro alla Scala de Milán y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS), de la cual soy el director artístico y musical. Precisamente Sevilla será el centro del centenario de Bernstein en Europa.
Tus preferencias musicales también dependen de tu forma de estar en ese momento en particular? Ciertamente. A veces he dirigido música contemporánea o un repertorio que no sentía lo mío. La música es vida, y como en la vida, hay también momentos negativos…
Tienes un muy amplio y versátil repertorio, que va desde la música clásica hasta la música contemporánea: es verdad que no amas las categorías, porque toda la música es seria?
No me gustan las fronteras esnobistas entre la música clásica y todo lo demás. La música cambia con el tiempo, no es rígida. Hoy en día hay un panorama amplio, las fronteras están abiertas para los músicos y no hay limitación a la expresión artística: la música clásica se funde con rock, tecno, rap… Anoushka Shankar, hija de Ravi, toca el sitar con la orquesta, Metallica hacen música con la orquesta… Hay muchos niveles de expresión, es el triunfo del eclecticismo, y esto es una buena cosa para el público.
Hay grandes músicos que han escrito para el cine, como Ennio Morricone, Max Steiner, John Williams, mejores para mí que muchos compositores contemporáneos. Hay grandes compositores de jazz, como Herbie Hancock, con quien hice una gira. Y hay grandes compositores de rock. Soy curioso, me gusta explorar toda la música y estoy muy interesado en la flexibilidad de la orquesta, que no debe ser limitada sólo al repertorio de la música clásica. Recordando las palabras de mi maestro Bernstein, “estoy no sólo un conductor, soy un músico y un músico debe estar disponible para toda la música.”
Hoy en día la música es una industria, es un negocio y quiere categorizar todo: tú eres estadounidense, entonces tienes que tocar música americana, tú eres aleman, por lo que tienes que tocar música alemana… La música no es un negocio, es vida, es un derecho de la humanidad, es su patrimonio, es libertad.
Con demasiada frecuencia, los políticos cortan en primer lugar los fondos a la cultura, porque la cultura hace pensar a la gente y es difícil controlar aquellos que piensan. Mejor si la gente es estúpida y no piensa, ya que la libertad de pensar da miedo. La música ayuda a pensar y es el proceso más democrático de todos, está disponible para todos y no conoce las diferencias de sexo, raza, cultura; es la misma para todo el mundo y esto es peligroso para los políticos. Bernstein dijo que nuestra respuesta a los poderosos es tocar la música de manera más fuerte e intensa. La política vive de compromisos, la música no conoce compromiso. La música es belleza, te hace alcanzar el pico de la montagna y este es el objetivo de nosotros, los músicos. Cada día los músicos de la orquesta llegan a la estratosfera. Los políticos no entienden que la música tiene energía y alma… y no tiene límites de fronteras.
Cuál es tu relación con los músicos jóvenes, ¿qué puedes aconsejar?
Me encanta trabajar con gente joven y he dirigido muchas orquestas juveniles, en Italia, España y Austria. En comparación con hace 10 años es más difícil entrar en el mundo de la música. Hay menos orquestas en el mundo y con menos recursos económicos. Es importante hoy en día para los músicos jóvenes no sólo aprender a tocar música, o la técnica, sino también la forma de promocionar la música, a través de la tecnología moderna, la creación de una página web, una campaña de crowdfunding, las giras, etc. Hoy en día no es suficiente ser buenos músicos, es necesario también el cultural management y encontrar quien dá oportunidades a los jóvenes talentos.
John Axelrod es a menudo llamado un carácter ecléctico, porque tiene interés en varios géneros de música y una pasión por la música rock. Entre otras cosas, descubriste el grupo de los Smashing Pumpkins. Bill Corgan, el líder del grupo describió la música como «un disparo en el cerebro.» ¿Estás de acuerdo?
Cada vez que toco música es como un juego de ruleta rusa, un desafío real y sin riesgo no hay juego. Dirigir es también un acto físico, un deporte: me preparo para un concierto calentando los músculos, haciendo stretching. Cada vez es una emoción y adrenalina.
John Axelrod es un amante de la cocina, sobre todo italiana, y es un experto conocedor de vinos. Cuando nació tu pasión por la comida italiana?
Cuando tenía 7 años de edad, mis padres me llevaron a comer pizza en Houston y allí me tomé por primera vez … vino… un maravilloso Chianti … y fue amor por la cocina italiana.
¿Cuáles son tus platos favoritos?
Depende de la región: cuando estoy en Italia, en Veneto me gusta mucho comer «tagliolini» con sepias, en Piamonte «tajarin»con trufas blancas, en Lazio alcachofas, «amatriciana»y «carbonara». En España, amo los platos preparados con tomate y burrata, pulpo, tataki, por supuesto las especialidades típicas como jamón ibérico, alcachofas, diferentes de las italianas, cocinadas con ajo y jamón. Creo que la cocina italiana y española tienen en común, además de los sabores típicos del Mediterráneo, el placer de la sonrisa… Al igual que en el lenguaje. No se puede hablar italiano y español sin sonreír. Mira el retrato de Rossini: sonríe…
Tú trabajaste como sommelier en Napa Valley, California. ¿Cuál es tu relación con el vino y cuáles son tus vinos favoritos?
Tengo una forma de sinestesia, una condición neurológica en la que la estimulación de una vía sensorial o cognitiva conduce a experiencias involuntarias automáticas en una segunda vía sensorial o cognitiva. Para mi es el sabor y el sonido, y se desarrolló después de un envenenamiento por mercurio en el pescado cuando era niño. El tratamiento creó un puente entre el gusto y mi oído. Me gustan mucho los vinos que están fuera de equilibrio, como la música en la que las armonías chocan. En Italia me fascina Sassicaia, pero mi favorito es el Amarone, porque tiene una armonía hermosa, con cadenzas vecinas, como en el círculo de quintas.
También me gustan los vinos españoles: Pingus, Ribera, Rioja… Los vinos de Italia y España son los mejores, pero también aprecio los vinos franceses y alemanes, australianos y californianos, que describo en mi sitio web web www.autenticoitaliano.info. El vino tiene un alma por descubrir en sus gotas, así como cada sinfonía tiene un significado oculto bajo las notas.
John Axelrod quiere muchísimo Venezia: ¿es verdad que aprendiste a pilotar una góndola?
Cuando yo tenía 15 años visité por primera vez Venecia y me dije, «Cuando tenga 50 años, voy a vivir aquí»… Mi sueño se hizo realidad. Un día conocí a un gondolero, que me mostró cómo pilotar una góndola. Luego lo convencí: estaba muy ocupado con un grupo de japoneses y bajo el puente de Rialto me dijo: «Ahora tú eres Giovanni y eres mi asistente.» Durante dos minutos experimenté la emoción de conducir la góndola, mientras que los turistas llamaban Giovanni, Giovanni… Y me fotografiaban como «auténtico gondolero veneciano»!
Cuáles son tus planes para este año?
Después de Bratislava iré a Belgrado, para dirigir la Sinfonia N° 6 de Mahler; luego Turín para la Sinfonía Fantástica de Berlioz y el Scherzo Fantástico de Stravinskij. En los Estados Unidos, en Buffalo, voy a diriger la Pastoral de Beethoven. En abril estaré en España, en Sevilla, para la Sinfonía N° 9 de Beethoven con una orquesta electrónica y en Valencia para la Sinfonía N° 9 “Nuevo mundo” de Dvořák.
Tu viajas mucho por trabajo, y siempre estás muy ocupado. ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
No pienso en el futuro, sólo en el «momento»: ser un buen padre para mi hija, un buen hijo, un amigo para las personas que están cerca de mí. Cada día siento emoción con la música y estoy feliz.
Me pregunté cuál es el don que transforma un director de orquesta en un gran maestro. Lo entendí entrevistando a John Axelrod: sensibilidad, mente abierta, pasión, amor por la música y por la vida.
«Dar mi vida y mi pasión a la orquesta, no sólo a la música clásica. La música clásica no me necesita, la orquesta sí «.
Thank you, John
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Foto: www.johnaxelrod.com
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