Tuve la extraordinaria oportunidad de conocer al doctor Mauro Ferrari hace tre años, en ocasión de una conferencia en Udine, la ciudad en el norte de Italia donde creció. Ferrari es una de aquellas personas que no se olvidan facilmente, no sólo por su indiscutible competencia profesional, sino también por la simplicidad con la cual es capaz de presentar al publico temas muy complejos como las nanotecnologías.
El rostro humano de la ciencia y una profunda sensibilidad que surge de un igualmente profundo sufrimiento. El motivo que lo llevó a dedicar su vida a la lucha contra el cáncer fue la pérdida de su amada esposa y madre de sus primeros tres hijos a la edad de 32 años, debido a cáncer de mama. Lo que Ferrari no pudo olvidar fueron las palabras de los medicos: los fármacos para matar las células cancerosas están disponibles, por supuesto, pero no hay manera de enviar las drogas al lugar correcto en el cuerpo sin matar al paciente.
En ese tiempo Ferrari no era médico, ya que se había graduado en matemática en la ciudad de Padua e ingeniería mecanica en la Universidad de Berkeley en California. Su tragedia familiar lo llevó a estudiar medicina en la Ohio State University.
En junio de 1992 Ferrari puso en marcha “el proyecto de su vida profesional y científica”: reformular los tratamientos contra el cáncer a disposición de los médicos, comenzando por el de mama.
Estaba convencido de que los efectos secundarios de la quimioterapia – la absorción de los fármacos por el tejido sano debido a los propios mecanismos de defensa del organismo – necesitaban ser resueltos con un equipo. Pudo aprovechar la existencia de un programa del Departamento de Defensa de Estados Unidos para financiar tratamientos innovadores, muy centrados en la atención a los pacientes.
El proyecto comenzó con la creación de un fármaco capaz de eliminar las metástasis, el cual fue probado con éxito en un grupo de ratones.
La utilización de la nanotecnología permite transportar el agente al núcleo del cáncer, entregando el medicamento directamente a las células malignas sin afectar las sanas.
Después de 20 años de investigacion en la nanomedicina, en marzo 2016, Mauro Ferrari y el doctor Haifa Shen publicaron un artículo que describe la acción del generador de nanopartículas inyectables (INPG) en la revista científica especializada “Nature Biotechnology”.
El nuevo nanofármaco, denominado INPG-PDOx, ha sido desarrollado por el equipo del Centro de Investigación del Hospital Metodista de Houston (HMRI), Texas, dirigido por el doctor Ferrari.
Se trata de un generador de nanopartículas que cruza todas las barreras biológicas, facilita el transporte de un medicamento químico convencional en los niveles de concentración necesarios hasta el núcleo de la célula afectada por la metástasis, y neutraliza sus mecanismos de defensa.
En el proyecto fueron involucrados también el Departamento de Defensa, el Instituto Nacional de Cáncer, la NASA, la Fundación Nacional de Ciencias y varias universidades, entre otros.
Podrían parecer ideas visionarias o ciencia ficción, en realidad se trata de un procedimiento revolucionario que facilita la cura de la metástasis de tumores en el pulmón e hígado de roedores. Los resultados de este estudio demostraron que, después de ocho meses de tratamiento con el nuevo procedimiento, no había rastro de metástasis en la mitad de los animales de prueba enfermos. Según los expertos, la esperanza de vida en humanos podría prolongarse hasta aproximadamente 24 años.
“Nunca haría promesas excesivas a miles de pacientes con cáncer – afirma Ferrari – pero los resultados son sorprendentes”.
Los científicos del Hospital Metodista de Houston planean probar el tratamiento en seres humanos a finales de este año, tras la autorización de la FDA (Food and Drugs Administration, el organismo regulador estadounidense), para combatir el cáncer de mama y otros tipos de cáncer, tal como de colon y páncreas.
Los avances de la nanotecnologia podrían revolucionar los campos de la medicina, ofreciendo infinitas aplicaciones: diagnóstico temprano, manejo de enfermedades cardiovasculares, control del nivel de colesterol, glucosa y otras hormonas en la sangre a través de nanosensores, nuevas formas de administración de medicamentos, disminución de posibles complicaciones al utilizar stents, sustitución y regeneración de órganos, entre otros.
Precisamente la reconstrucción y reestructuración de huesos y músculos es una de las aplicaciones más importantes de la nanomedicina. El empleo de nanorobots programados permite identificar fisuras, reparándolas a través de un proceso de aceleración de la recuperación del hueso/músculo roto o fundiéndose con él.
De ese encuentro con Mauro Ferrari recuerdo el entusiasmo por su trabajo y su invitación a las autoridades para que inviertan en la investigación científica: “Es una cuestión ética, que se refiere al presente y, sobre todo, a nuestro futuro y el de nuestros hijos”.
Mauro Ferrari es Presidente del Centro de Investigación del Hospital Metodista de Houston (HMRI), Texas, es fundador de la nano/micro-tecnología biomédica y uno de los principales expertos del mundo en el campo de la nanomedicina, la bioingeniería y la nanotecnología.
Es inventor de 30 patentes emitidas en los EE.UU. y Europa y doctor honoris causa en Ingeniería Eléctrica (Universidad de Palermo) y Biotecnología (Universidad de Nápoles «Federico II»).
Innumerables son las funciones científicas asumidas, las publicaciones y los proyectos de investigación de gran éxito, así como premios por su trabajo y sus descubrimientos.
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Foto: youtube, pixabay, houstonmethodist.org
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