Notre Dame es el símbolo de las más altas y nobles aspiraciones del ser humano en su relación con lo Divino. Es un símbolo tranquilizador, en medio de las tentaciones agresivas de la cultura secular y utilitaria de hoy.
Las grandes catedrales nos hablan de épocas en las que la vida era probablemente más difícil, pero la capacidad humana de elevarse por encima de la dimensión temporal, de mirar hacia arriba en busca de la belleza y la verdad espiritual era mucho mayor.
Los obreros y artesanos que construyeron las catedrales que dominaban las antiguas ciudades europeas con sus agujas vivían en barracas y padecían hambre, pero su pobreza material desaparecía ante el poder de una fe capaz de crear imágenes de piedra de extraordinaria belleza. Un himno de amor al Creador cantado en piedra, madera y vidrio. Casi una anticipación del Paraíso.
Notre Dame es el símbolo de la resiliencia, del cristianismo que resiste los ataques del extremismo fanático.
Notre Dame es París y París vive con Notre Dame, que forma parte integrante no solo del paisaje urbano, sino también del paisaje del alma. Los parisinos la llaman «la vieja enferma», debido a sus innumerables “achaques”, las gárgolas (monstruos de piedra) que están desmoronándose y las grietas… arrugas del tiempo.
Sin embargo, los parisinos la aman y la respetan como un miembro de su familia, una anciana con sus recuerdos del pasado, la coronación de Napoleón y la beatificación de Juana de Arco y las veneradas reliquias, como la corona de espinas de Jesucristo, uno de los clavos de la Cruz y los restos del rey Luis IX llamado el Santo.
Notre Dame es también el símbolo de la agotadora construcción de la identidad nacional del pueblo francés, con su glorioso esplendor y la horrorosa devastación de las guerras de religión y la Revolución, y cuenta la historia de toda Europa.
Es el lugar querido por el imaginario colectivo, el teatro de la historia de amor entre el campanero Quasimodo y la hermosa Esmeralda descrita por el joven Víctor Hugo.
Esta es la Semana Santa, nos estamos preparando para revivir la muerte y resurrección de Jesús. «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré», nos dijo.
Su triunfo sobre la muerte… la esperanza de la resurrección, incluso para Notre Dame, Nuestra Señora, que pueda renacer y preservar la herencia de nuestra cultura en los siglos venideros.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
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Foto: Rafapasta (Fb)
Notre Dame, domingo de Pascua 2011, Paola Ferraris ©
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