Papa Francisco encuentra a la comunidad judía eslovaca: “tenemos el deber de la memoria”

BRATISLAVA – El lunes 13 de septiembre, en el segundo día de su visita a Eslovaquia, Papa Francisco encontró a los representantes de la comunidad judía en el Memorial del Holocausto, en Rybné námestie. El Santo Padre fue acogido por el presidente de la Unión Central de Comunidades Religiosas Judías de la República Eslovaca, Richard Duda, y escuchó el testimonio de un sobreviviente del Holocausto.

Bratislava fue un centro importante de la comunidad judía durante siglos, pero solo 3.500 judíos de los más de 15.000 que vivían en la ciudad en 1940 sobrevivieron al Holocausto. Después de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los edificios judíos fueron destruidos y los judíos que lograron regresar a la ciudad a menudo tenían dificultades para reintegrarse. La reactivación de la vida judía solo fue posible después de la caída del comunismo en 1989. Hoy la comunidad judía es muy activa y promueve muchas actividades religiosas, culturales y sociales.

La plaza Rybné es muy significativa para la comunidad judía, dijo el Pontífice, y mantiene vivo el recuerdo de un rico pasado. Está ubicada en el corazón de la ciudad vieja, cerca de la Catedral de San Martino. Aquí se encontraba la sinagoga Neolog, que el gobierno comunista decidió demoler en 1969, junto con todo el gueto, para construir el Puente del Levantamiento Nacional Eslovaco, también llamado Puente Nuevo.

La comunidad judía que frecuentaba la plaza fue fundada en 1871. En 1893 se construyó la sinagoga, de estilo morisco, con dos torres octogonales coronadas por una cúpula en forma de cebolla. Aquí trabajó el célebre rabino Chatam Sofer, uno de los principales exponentes del judaísmo en Europa. El edificio sobrevivió ileso a la Segunda Guerra Mundial. Su arquitectura, subrayó el Papa Francisco, “expresaba la convivencia pacífica de las dos comunidades, símbolo inusual y de gran alcance evocativo, admirable signo de unidad en el nombre del Dios de nuestros padres.”

Hoy, en la plaza se encuentra el Memorial del Holocausto, un lugar de memoria pública, donde se entrelazan la memoria de la Shoah, con el masacre de 105 mil judíos procedentes de Eslovaquia, y la memoria de la sinagoga Neolog. En el monumento, una pared negra, creada por el arquitecto Peter Zalman en 1995, reproduce la silueta de la sinagoga. Una escultura de bronce de 5 metros de altura del artista eslovaco Milan Lukač tiene una estrella de David en la parte superior y las palabras «Recuerda» en hebreo («Zachor») y eslovaco («Pamataj»).

El Papa, que una vez más ha querido subrayar su propia misión de “peregrino de paz”, considera la plaza como “un lugar bendecido por la fraternidad de los hombres en el nombre del Altísimo.” Sin embargo, el nombre de Dios fue deshonrado durante la Segunda Guerra Mundial por la locura del odio y posteriormente, cuando la sinagoga fue demolida para borrar las huellas de la comunidad judía. La peor blasfemia, dijo el Santo Padre, es la de usar el nombre de Dios para los propios fines, más que para respetar y amar a los demás. “Aquí, ante la historia del pueblo judío, marcada por este agravio trágico e indescriptible, nos avergonzamos de admitirlo: ¡cuántas veces el nombre inefable del Altísimo ha sido usado para realizar acciones que por su falta de humanidad resultan inenarrables! Cuántos opresores han declarado: “Dios está con nosotros”, pero eran ellos los que no estaban con Dios.”

El Pontífice quiso unirse a los “hermanos” judios, cuya historia “es nuestra historia, sus dolores son nuestros dolores” para honrar la memoria de las víctimas innocentes del Holocausto. La memoria es fundamental, dijo, “porque no habrá un amanecer en que perdure la fraternidad si antes no se han compartido y disipado las oscuridades de la noche.”
Hay muchas sombras en nuestra sociedad que opacan la imagen de Dios que cada uno de nosotros tiene dentro su alma. Hay demasiados “ídolos vanos y falsos”, los del poder y del dinero “que se imponen sobre la dignidad del hombre”, subrayó el Papa. La indiferencia que vuelve la mirada hacia otra parte, las manipulaciones que instrumentalizan la religión, haciendo de ella una cuestión de supremacía o reduciéndola a la irrelevancia, la violencia y el odio… Todo eso pone en peligro la dignidad de la persona humana y por eso hay que condenar toda forma de antisemitismo, que surge de la ignorancia y de la locura del odio.

La plaza Rybné es “un lugar donde brilla la luz de la esperanza”, dijo el Pontífice, recordando que la comunida judía se reúne aquí cada año para encender la primera luz en el candelabro de la Chanukiah. Este acto tiene un profundo valor simbólico y conlleva un mensaje fuerte de paz: a pesar de la oscuridad, la destrucción y la muerte, la comunidad todavía está presente y está viva y abierta al diálogo. En palabras del Santo Padre, “aquí nuestras historias se encuentran de nuevo. Aquí juntos afirmamos ante Dios la voluntad de seguir en un camino de acercamiento y amistad”.

“En medio de la discordia que contamina nuestro mundo” necesitamos “puertas abiertas”, agregó el Papa. En Eslovaquia, tierra de encuentro entre este y oeste, norte y sur, la familia de los hijos de Israel puede seguir cultivando su vocación, la de ser signo de bendición y testigos de paz para todas las familias de la tierra, concluyó el Pontífice.

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Foto: Židia na Slovensku (Fb)

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