Hoy, martes 14 de septiembre, el Papa Francisco celebró la divina liturgia de San Juan Crisóstomo en la plaza del pabellón de deportes de la ciudad de Prešov. Por primera vez en Eslovaquia un Pontífice ha presidido este acto en rito bizantino.
Durante su homilía, el Santo Padre hizo un llamamento a los fieles a no instrumentalizar nunca el crucifijo. Soñar con un Dios triunfante y un cristianismo «victorioso» en el escenario mundial, es “una gran tentación», dijo el Papa Francisco. Sin embargo, de esta manera, el cristianismo se vuelve mundano y estéril.
«El testigo que lleva la cruz en el corazón y no sólo al cuello – subrayó el Pontífice – no ve a nadie como enemigo, sino a todos como hermanos y hermanas por los que Jesús dio su vida. El testigo de la cruz no utiliza los caminos del engaño y del poder mundano: no quiere imponerse a sí mismo y a los suyos, sino dar su vida por los demás. No busca sus propias ventajas para después parecer piadoso».
En la tarde, el Papa Francisco ha encontrado la comunidad romaní en el barrio Luník IX, en las afueras de Košice. Aqui, en esta porción de tierra olvidada por los hombres, una auténtica “favela” donde 5.000 personas viven en condiciones de degradación y pobreza, sin gas, sin electricidad, sin calefacción ni agua potable, todos esperaban la llegada del Santo Padre y su bendición.
De aquí muchos han huido y el éxodo ha reducido la población a la mitad. Sólo los salesianos se quedan en este barrio, para realizar una importante labor pastoral, que ha comenzado en octubre de 2008. La intensa actividad pastoral del centro salesiano, dirigido por el Padre Peter Besenyei, tiene como objetivo garantizar la educación y la formación de jóvenes y niños que estarían destinados a un destino delictivo.
En opinión de los romaníes, la visita del Papa es el mayor acontecimiento jamás vivido en Luník IX, donde cada día se lucha contra la miseria más negra. Para muchos de ellos, se trata de la señal que Dio no se ha olvidado de sus hijos menos afortunados. Una parte de los romaníes no son creyentes, pero reconocen la autoridad moral del Papa y lo ven como una figura cercana, ya que ha decidido ir a visitarles a sus casas.
En Luník IX, Francisco ha subrayado la importancia de “recuperar dignidad y pasar de los prejuicios al diálogo” porque “el camino para una convivencia pacífica es la integración”. Somos una familia universal, y por eso debemos aprender a “reconocernos como hermanos”.
En su discurso, el Papa dijo que “nadie en la Iglesia debe sentirse fuera de lugar o dejado de lado. No es sólo un modo de decir, es el modo de ser de la Iglesia”.
Además, el Santo Padre ha condenado la mala costumbre de “juzgar” a los demás, con preconceptos y estereotipos discriminatorios, con palabras y gestos difamatorios. “De esta manera todos nos hemos vuelto más pobres, pobres de humanidad”, dijo el Papa, quien advierte que “los juicios y prejuicios sólo aumentan las distancias”.
Cada uno de nosotros debe cumplir con su deber y ganar la confianza de los demás con el trabajo honesto y la dignidad. El Papa ha invitado a toda la comunidad romaní de Lunik IX “a ir más allá de las heridas del pasado”, alimentando la confianza recíproca un paso tras otro, con la dignidad de ganarse el pan cotidiano.
Finalmente, el Papa agradeció públicamente a los salesianos la importante labor que realizan en el barrio e instó a seguir adelante en este camino con un esfuerzo que “a veces recibe incomprensión e ingratitud, incluso dentro de la Iglesia”.
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