Papa Francisco: “la historia llama a Eslovaquia a ser un mensaje de paz en el corazón de Europa”

La República Eslovaca es un Estado joven, pero con una larga historia que tiene mucho que enseñarnos. A pesar de numerosas dificultades, Eslovaquia – una auténtica «tierra media» en el «corazón de Europa», ha logrado integrarse en el continente europeo manteniendo su identidad y sus raíces profundas de forma pacífica. Así lo expresó hoy el Papa Francisco en su primer discurso ante los representantes del Estado, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en el jardín del palacio presidencial de Bratislava.

«Hace veintiocho años el mundo admiraba el nacimiento de dos países independientes sin conflictos», continuó el Santo Padre, señalando la franja azul de la bandera eslovaca como símbolo de hermandad con los pueblos eslavos. Según Francisco, esta fraternidad es necesaria para apoyar la integración, sobre todo «en un momento en el que, tras difíciles meses de pandemia, esperamos, junto con muchas dificultades, el tan anhelado reinicio de la economía, ayudado por los planes de recuperación de la Unión Europea». “Europa debe distinguirse “por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia.”

En su discurso, el Santo Padre calificó la pandemia de coronavirus como «la prueba más grande de nuestro tiempo». Nos ha enseñado lo fácil que es desmoronarse y pensar solo en uno mismo, a pesar de estar todos en la misma situación. En cambio, debemos ser conscientes de que todos somos frágiles y necesitamos de los demás. Nadie puede aislarse a sí mismo, ya sea como individuos o como nación.
La pandemia, por tanto, es «un desafío» que hay que aceptar «para revisar nuestros estilos de vida», ponerse manos a la obra y construir juntos el futuro. Sin embargo, el Papa no esconde los riesgos inherentes a la tentación de la ganancia, capaz de provocar una euforia pasajera que, más que unir, divide. Además, la recuperación económica por sí sola no es suficiente en un mundo en el que todos estamos conectados, «donde todos vivimos en una tierra media».

Los eslovacos tendrán que favorecer el reinicio con la mirada dirigida hacia lo alto, como cuando miran sus espléndidos montes Tatras», añadió el Santo Padre, recordando cómo la historia eslovaca ha estado marcada indeleblemente por la fe. Precisamente esta fe debe ayudar a alimentar de forma natural «sentimientos de hermandad», inspirados en la vida de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa. Ellos difundieron el Evangelio cuando los cristianos del continente estaban unidos; y hoy aún unen las diversas confesiones de esta tierra. La solidez de su fe se convirtió así en una «apertura espontánea» y esto es «una herencia» que los eslovacos están «llamados a asumir en este momento, para ser un símbolo de unidad también en este tiempo».

El Pontífice luego recordó el profundo valor simbólico de los regalos tradicionales de la hospitalidad eslava, el pan y la sal. El pan partido es un mensaje contundente para nuestra vida en común: nos dice que la verdadera riqueza no consiste tanto en multiplicar lo que tenemos, sino en compartirlo por igual con los que nos rodean”.
Además, el pan partiéndose evoca fragilidad y nos invita a cuidar a los más débiles, sin discriminación alguna. El verdadero cristiano no ve una carga ni un problema en los más frágiles, sino hermanos y hermanas a quienes acompañar y proteger”.
Finalmente, el Papa recordó que del mismo modo que sin pan no hay alimento, sin trabajo no hay dignidad. «En la base de una sociedad justa y fraterna rige el derecho de que a todos se les conceda el pan del trabajo, para que nadie se sienta marginado y se vea obligado a dejar su familia y la tierra de origen en busca de mejores oportunidades”.

La justicia también debe ser tan concreta como el pan y no limitarse a ser una idea abstracta, si queremos construir un futuro en el que las leyes se apliquen por igual a todos. Y para que la justicia nunca esté a la venta, es necesario emprender una lucha seria contra la corrupción junto con la promoción y difusión del concepto de legalidad.

Papa Francisco también destacó que «las estructuras organizadas y eficientes no son suficientes para hacer buena la convivencia humana. Necesitamos sabor, necesitamos el sabor de solidaridad.” Y así como la sal sólo da sabor disolviéndose, así la sociedad encuentra gusto a través de la generosidad gratuita de quien se entrega por los demás.» Según el Pontífice, «es hermoso que los jóvenes se sientan motivados a la solidaridad, porque así podrán sentirse protagonistas del futuro del país, enriqueciendo con sus sueños y su creatividad la historia que los precedió».

El cuidado por los demás es el ingrediente que falta en una sociedad caracterizada con demasiada frecuencia por un ritmo de vida frenético, la falta de ideales y las ilusiones de felicidad creadas por el consumismo. “Sentirnos responsables de alguien le da gusto a la vida y nos permite descubrir que lo que damos es en realidad un regalo que nos damos a nosotros mismos”, dijo el Santo Padre. Francisco invita a los jóvenes eslovacos a que nunca nunca dejen que los fragantes sabores de sus mejores tradiciones se estropeen por la superficialidad del consumo y las ganancias materiales o por la «colonización ideológica».

La historia de Eslovaquia, recordó el Pontífice, incluye a muchos escritores, poetas y hombres de cultura que han sido la «sal» del país. Y así como la sal quema sobre las heridas, sus vidas a menudo han pasado a través del sufrimiento. Numerosas personalidades ilustres fueron encerradas en la cárcel, pero lograron permanecer «libres interiormente» ofreciendo luminosos ejemplos de valentía, coherencia y resistencia a la injusticia, y sobre todo de perdón.
«Esta es la sal de vuestra tierra», subrayó Papa Francisco.

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Foto: Sme Rodina (Fb)

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