“Sevilla: luz y azahar, punto y final en un destino”. (2ª parte)

“Dejé un día una carta en Plaza de España para pedir la gracia de volver. Quizás esa carta puso raices”…

No tenía pensado volver a España, aunque siempre oía su voz llamarme. En septiembre de 2015 su voz se hizo más fuerte e inesperadamente me trajo otra vez allí, donde todo empezó. Era una señal.
Empecé un máster en Artes del Espectáculo Vivo, en la universidad de Sevilla. Tenía pinta de ser muy bueno y completo y, además, ofrecía buenas oportunidades de prácticas. Las clases estaban repartidas entre teóricas (de historia del teatro, espectáculo, ópera, cultura andaluza) y prácticas (de escena, dirección de escena y de actores, escenografía). Volví poco a poco a retomar mi vida y a ver mis compañeros de un tiempo. Disfruté de las fiestas culturales de la ciudad, la Semana Santa y la Feria, impresionantes.
Durante Semana Santa entré en un círculo vicioso conmigo misma, estaba tan encantada de lo que veía en las calles, las procesiones, los nazarenos, la devoción de la gente que no podía parar de salir de día y de noche y madrugar con ellos. En la Feria, de igual manera, me compré un traje de flamenca, me puse una flor en el pelo y fui cada noche a bailar sevillanas bebiendo rebujito. Creo que cuando viajas a otro País es importante vivir según las costumbres populares… yo siempre lo he hecho.
En enero de 2016 empecé a trabajar como ayudante de producción en una asociación cultural llamada “Sevilla de Ópera”, que se dedica a organizar galas de óperas y rutas guiadas por la ciudad, con escenas de óperas basadas en Sevilla. A pesar de ser una ciudad encantadora que tuvo mucho éxito, ahora como en el pasado, ¡pocos saben que hay más de 100 óperas ambientadas en Sevilla! Las más famosas son Carmen, El barbero de Sevilla, Don Juan y Fidelio.
Mientras tanto, había empezado a colaborar con el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo, como ayudante de escena, con un grupo de estudiantes de canto lirico, participando en la puesta en escena de la ópera Dido y Aeneas de Henry Purcell y convirtiendome en directora de escena a todos los efectos. Tuvimos entrevistas por los medios de comunicaciones y recibimos críticas positivas. Fue una experiencia increíble. Fue allí que entendí más seriamente lo que antes solo podía sospechar sobre mi vocación y mi futura trayectoria profesional en el mundo de la ópera lirica. Trabajar con los cantantes, dirigirlos en la escena, comprender sus necesidades, trasmitirles mis ideas y ayudarlos en expresarlas no es cosa fácil, pero para mí significa mucho. No puedo comparar con nada la satisfacción final de sentarme a mirar lo que se ha creado en equipo, sabiendo que cada uno de los personajes posee algo de nosotros mismos.
Otra oportunidad que el máster me dio fue un mes de prácticas en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, como ayudante en relaciones externas. Pude asistir a los ensayos de una producción italiana: Elisir d’amore de Donizetti inspirada a Botero. Esa experiencia fue muy interesante y útil, para entender cómo se trabaja en un teatro de ópera.
Siempre en Sevilla tuve la posibilidad de seguir con un proyecto artístico personal que había empezado unos años antes. Se llama Racconti da ascensore y tiene el objetivo de fotografiar a todo tipo de persona mientras que se expresan a sí mismas en un ascensor. El ascensor se convierte en un teatro, donde cada uno enseña algo de su personalidad, sin miedos, haciendo acciones cuotidianas que se convierten en inusuales por el contexto y que no coinciden con lo que normalmente se haría en un ascensor. En Sevilla el proyecto quiso dar voz a personas ligadas a la ciudad en ascensores públicos mientras que todo el mundo podía verlos: una bailarina, trabajadores de un mercado, actores, pintores, cantantes, estudiantes. Al final este proyecto interesó mucho y se convirtió en mi trabajo de fin de máster, que presenté en el septiembre siguiente.

…Punto y final en un destino…
Palabras que no puedo olvidar. Palabras que me dicen que siempre volveré.
Andalucía estará siempre presente en mi vida, me dio mucho, sobre todo cariño y sonrisas, inolvidables atardeceres, perfumes de flores, personas preciosas, experiencias, música, locura, afectos. Puedo decir que me ha hecho entender un poco más quién soy yo.

Mi corazón sigue allí, donde siempre amaré la vida.

(Vanessa Codutti)

Laboratorio de dirección de escena y dramaturgia,
Academia para la ópera italiana, Verona

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Foto: Pixabay, Vanessa Codutti, Chiara Maggiore

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