Pasado histórico y vibrante modernidad se mezclan en una ciudad de tamaño modesto, dominada por un blanco castillo de cuento de hadas, donde se puede recorrer calles empedradas viendo palacios barrocos y callejones pintorescos…
Pero fuera del pequeño Casco Antiguo hay “una mirada hacia el futuro”…
En pocos años Bratislava ha desarrollado impresionantes proyectos arquitectónicos, convirtiendose en un centro de empresas tecnológicas y de medios de comunicación, motor y símbolo de la economía poscomunista en rápido crecimiento. La capital eslovaca tiene el más alto numero de empleos en el llamado sector del “brain business” (17,9%) en comparación con las demás capitales europeas.
Han pasado 25 años desde la proclamación de Bratislava como capital de la República Eslovaca independiente, el 1 de enero de 1993. Con motivo de este aniversario, el prestigioso diario británico “The Guardian” quiso dedicar a la ciudad un extenso articulo escrito por el periodista Andrew MacDowall.
«Bratislava ya no está a la sombra de Viena, Budapest y Praga – escribe MacDowall – deshaciéndose de la triste reputación de la época del comunismo y redescubriendo su posición en el corazón de Europa Central.”
El desarrollo de la ciudad está marcado por inevitables contradicciones, que tal vez escapan a la mirada escueta del turista, atraído principalmente por los monumentos históricos y su tumultuoso pasado multicultural, la vida vibrante de los bares y restaurantes o las tiendas de souvenirs.
Bratislava no es solo la ciudad de la coronación de la emperatriz Maria Teresa o de la cerveza barata… En un cuarto de siglo se ha desarrollado como capital, con todas las infraestructuras, enfrentando al mismo tiempo todos los problemas de un cambio muy rápido y de una expansión a menudo incontrolada en los años 90.
Ha sido una gran apuesta, pero puede considerarse una historia de éxito.
MacDowall describe los aspectos positivos de la capital eslovaca, como el centro histórico facilmente accesible y en su mayoría peatonal, las áreas verdes para actividades al aire libre, las rutas ciclistas y la revitalización del llamado “Bronx». La ex-jungla de cemento del barrio multiétnico de Petržalka, con los bloques prefabricados de su arquitectura poscomunista “sin rostro” se ha convertido en una de las áreas más verdes de Bratislava.
MacDowell destaca también los aspectos negativos de la ciudad, principalmente problemas de tráfico, transporte, falta de estacionamientos y del servicio del metro, cuyo proyecto se suspendió después de la Revolución de Terciopelo.
A pesar del tamaño modesto, la posición geográfica de Bratislava ubicada a ambos lados del Danubio, junto con la expanción de la ciudad en numerosas aldeas dispersas, dificulta la conectividad.
La historia del desarrollo urbanistico de la capital se caracteriza también por proyectos de desarrollo discutibles y una negligente estrategia de conservación del patrimonio histórico. Precisamente el desarrollo urbanistico mal planificado ha llevado a la demolición de gran parte del barrio judío, a la construcción de una carretera de alta velocidad justo a lado de la catedral de San Martin, simbolo histórico de Bratislava, mientras que la construcción del aparcamiento subterráneo del complejo del parlamento perjudicó los restos romanos debajo del castillo.
Las cosas están cambiando, afirma el alcalde Ivo Nesrovnal y Bratislava apuesta por ser una ciudad tecnológica, una “smart city”, y entiende la importancia del respeto al medio ambiente, con nuevos servicios de tranvías y planes para el uso compartido de bicicletas y coches.
La capital eslovaca mira hacia adelante, hacia el futuro, con la conexión súper rápida Bratislava-Viena-Budapest según el nuevo concepto de transporte Hyperloop, desarrollado a partir de una idea de Elon Musk: trenes que viajan a la velocidad de 1.200 kilómetros por hora en tuberías sobreelevadas presurizadas.
En la opinión del arquitecto Matúš Vallo, entrevistado por McDowall, Bratislava posee la llamada “identidad liquida” (Bauman), que le permite ser moldeada de manera fluida y flexible y convertirse en una “ciudad muy habitable”, en una escala humana.
Si en el siglo XIX el príncipe de Metternich estaba convencido de que «Al este de Viena, comienza Oriente» por su mezcla exótica de eslavos, húngaros, judíos y alemanes, el escenario ha cambiado mucho y Bratislava tiene ahora un nuevo rol como capital y ciudad moderna.
Mas allá de su rica historia, Bratislava tiene un futuro prometedor y quiere ser el verdadero “corazón palpitante de Europa Central”.
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Foto de Bratislava: Paola Ferraris ©
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