El nuevo mandato de Nicolás Maduro, reelegido presidente tras su “farsa” electoral, se prolongará hasta 2025 y hasta el 2020 no habrá más elecciones en Venezuela.
“Me dedicaré a trabajar por la economía productiva», dijo el líder chavista, cuyo objetivo es intentar recuperar al país de una severa crisis económica. En su opinión, la peor crisis de la historia reciente de Venezuela se debe a la “guerra económica” de la llamada “oligarquía” formada por empresarios y opositores nacionales e internacionales con la ayuda del gobierno de Estados Unidos y Colombia.
La comunidad internacional no reconoce la legitimidad del proceso electoral y los resultados de las elecciones: el Grupo de Lima, formado por 14 países americanos, está preparando drásticas medidas para limitar las relaciones diplomáticas y financieras con el régimen de Maduro y podría cerrar fronteras a los ciudadanos venezolanos. Además, decidió coordinar acciones para que los organismos financieros internacionales no otorguen préstamos a Venezuela. El presidente Donald Trump impuso nuevas sanciones para limitar al gobierno de Maduro la venta de deuda y activos públicos petroleros en Estados Unidos, una medida que podría afectar aún más a la economía monoexportadora venezolana.
La Unión Europea no considera democrático el proceso electoral. El presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, anunció que España estudiará medidas oportunas en el marco de la UE y seguirá trabajando para paliar el sufrimiento de los venezolanos.
Durante la cumbre del G-20, que se celebró en Buenos Aires, seis países (Argentina, Australia, Canadá, Chile, Estados Unidos y México) firmaron una declaración conjunta para desconocer la victoria de Maduro por “falta de legitimidad” y estudiar la aplicación de medidas políticas y económico-financieras contra el gobierno, “procurando en ello no afectar al pueblo venezolano, que es la primera víctima de esta ruptura de la democracia venezolana”.
De momento, 44 países han desconocido la victoria de Maduro, quien cuenta con el apoyo de Rusia y China, aliados comerciales e ideológicos de Venezuela, y de Irán y Turquía.
Más allá de las proclamas políticas del líder bolivariano, Venezuela debe enfrentar algunos retos importantes, tanto en la esfera política como en el sector económico, y muchos se preguntan si Maduro será capaz de cambiar el rumbo de la economía del país.
Primer reto: la hiperinflación
La Asamblea Nacional de Venezuela, controlada por la oposición, informó sobre la cifra de una inflación escandalosa, que convierte al país en el Estado con la inflación más alta en la historia de la región suramericana. La inflación anualizada pasó de 4.966% anual a 17.968% en abril, una tendencia que, segun economistas, podría llevar a cerrar el 2018 con una tasa anual por encima del 100.000%.
¿Qué significa para el pueblo venezolano vivir la hiperinflación? Para describir la situación del país y de su gente es suficiente una sola palabra: “lucha”. Lucha cotidiana para buscar alimentos y medicinas, lucha contra el «bachaqueo» , el mercado negro de alimentos, en el que algunos comerciantes venden a un precio exorbitante aprovechando la escasez, lucha contra el hambre y la pobreza.
Según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de 2017, un estudio sobre las condiciones de vida en Venezuela elaborado por las tres universidades autónomas más importantes del país, el 87% de los venezolanos se encuentra por debajo de la línea de pobreza; 8,2 millones de venezolanos comen dos o menos comidas al día y han perdido en promedio 11 kilos en los últimos dos años.
El 30 de abril, Maduro anunció un aumento del 95,4% del ingreso mensual de los trabajadores. En términos prácticos, “el nuevo salario integral equivale a un kilo de carne, un kilo de arroz y un paquete de harina de maíz”. Así escribió en su cuenta de Twitter el economista José Guerra, presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional. En la actualidad, los venezolanos necesitan más de 30 salarios mínimos para (sobre)vivir, pero expertos prevén que en los próximos días necesitarán 75 salarios debido a la hiperinflación.
El aumento de los salarios, según economistas, solo generará mayor desabastecimiento y más desempleo, dado que a las empresas les costará mucho más poder cumplirlo.
¿Cuál es la “receta” de Maduro para realizar los “grandes cambios económicos que necesita Venezuela”, combatir la hiperinflación y salir de la crisis? Una reforma monetaria que contempla la eliminación de tres ceros del bolívar y la entrada en circulación de un nuevo cono monetario a partir del próximo 4 de junio, para “garantizar las actividades comerciales.”
Especialistas afirman que se trata de una medida “cosmética” que no atajará el problema del alza de precios y señalan que la causa de la hiperinflación es la impresión de dinero del Banco Central para financiar el déficit del gobierno. La reconversión monetaria anunciada por Maduro solo intenta ocultar una escalada inflacionaria de más del 80% al mes.
Segundo reto: las sanciones internacionales
Una serie de acciones coordinadas con los organismos financieros regionales e internacionales con el fin de no otorgar préstamos al gobierno de Venezuela afectaría seriamente a las finanzas del país. Sin mencionar las posibles sanciones estadounidenses al sector petrolero venezolano, netamente dependiente del exterior.
El precio del petróleo crudo está alcanzando los niveles más altos desde 2014 y Venezuela podría verse favorecido. Sin embargo, el sector está viviendo una vertiginosa caída de producción, mientras que la compañía estatal de petróleos PDVSA tiene que enfrentar fuertes sanciones financieras que dificultan sus operaciones. Según datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de la agencia Reuters, la producción en abril fue de apenas 1,5 millones de barriles por día, lo que representa su cifra más baja en los últimos 30 años.
La caída de los ingresos petroleros implica que no hay dólares para la reinversión. A medida que se profundiza la crisis financiera en el país y aumentan las sanciones internacionales, las empresas conjuntas extranjeras tratan de arriesgar poco y exponerse menos.
Tercer reto: la estabilidad política y el apoyo popular
Un ganador en medio de la apatía general: Maduro recibió casi seis millones de votos y ganó las elecciones, marcadas por una una abstención histórica, ya que votaron apenas 8,6 millones de los más de 20 millones que estaban llamados a las urnas.
«Con este proceso electoral Venezuela se encamina a una etapa de estabilidad política”, declaró Maduro. En la realidad, la situación del país no ha cambiado: el gobierno no logra legitimarse frente a la oposición, que acusó al gobierno de comprar votos y chantajear con falsos programas sociales, ni tampoco ante la comunidad internacional.
La fuerte abstención fue celebrada como una “desobediencia masiva” y Maduro, pese al triunfo, está más debilitado tras la elección.
Sin embargo, hay un “peligroso caldo de cultivo para la antipolítica”. La oposición está buscando una estrategia de lucha común para poner fin a un ciclo trágico: el país está agotado y no confía en la política, porque “la política no está dando a la gente las respuestas a sus demandas más urgentes”, según palabras de Henrique Capriles, que fue doble candidato presidencial.
Venezuela no tiene más tiempo, los venezolanos no tienen más tiempo: es urgente la unidad en la lucha contra el régimen de Maduro.
Y este es el reto que la oposición debe enfrentar.
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Foto: Fabio Rodrigues Pozzebom/ABr – Agência Brasil
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